"Un ruiseñor vivía en el jardín de una casa. Todas las mañanas una ventana se abría y un joven comía su pan mientras miraba la belleza del jardín.
Siempre caían migajas de pan en el antepecho de la ventana.
El ruiseñor comía las migajas creyendo que el joven las dejaba a propósito para él. Así, creció un gran afecto por aquel que se preocupaba en alimentarlo, aunque sea con migajas.
Un día el joven se enamoró.
Pero al declararse, su amada impuso una condición para retribuir su amor: Que a la mañana siguiente él le trajese la más linda rosa roja.
El joven recorrió todas las floristerías de la ciudad, pero su búsqueda fue en vano. Ninguna rosa, mucho menos roja.
Triste, desolado, fue a pedir ayuda al jardinero de su casa. El jardinero declaró que él podría obsequiarla con petunias, violetas, claveles. Cualquier flor menos rosas. Ellas estaban fuera de temporada; era imposible conseguirlas en aquella estación.
El ruiseñor habiendo escuchado la conversación quedó con pena por la desolación del joven. Tenía que hacer algo para ayudar a su amigo a conseguir la flor." CONTINUAR LEYENDO
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