lunes, 16 de septiembre de 2024

EL HUESPED. Un cuento de Amparo Dávila.

Nunca olvidaré el día en que vino a vivir con nosotros. Mi marido lo trajo al regreso de un viaje.

Llevábamos entonces cerca de tres años de matrimonio, teníamos dos niños y yo no era feliz. Representaba para mi marido algo así como un mueble, que se acostumbra uno a ver en determinado sitio, pero que no causa la menor impresión. Vivíamos en un pueblo pequeño, incomunicado y distante de la ciudad. Un pueblo casi muerto o a punto de desaparecer.

No pude reprimir un grito de horror, cuando lo vi por primera vez. Era lúgubre, siniestro. Con grandes ojos amarillentos, casi redondos y sin parpadeo, que parecían penetrar a través de las cosas y de las personas.

Mi vida desdichada se convirtió en un infierno. La misma noche de su llegada supliqué a mi marido que no me condenara a la tortura de su compañía. No podía resistirlo; me inspiraba desconfianza y horror. “Es completamente inofensivo” —dijo mi marido mirándome con marcada indiferencia. “Te acostumbrarás a su compañía y, si no lo consigues…“ No hubo manera de convencerlo de que se lo llevara. Se quedó en nuestra casa.

No fui la única en sufrir con su presencia. Todos los de la casa —mis niños, la mujer que me ayudaba en los quehaceres, su hijito— sentíamos pavor de él. Sólo mi marido gozaba teniéndolo allí.

Desde el primer día mi marido le asignó el cuarto de la esquina. Era ésta una pieza grande, pero húmeda y oscura. Por esos inconvenientes yo nunca la ocupaba. Sin embargo él pareció sentirse contento con la habitación. Como era bastante oscura, se acomodaba a sus necesidades. Dormía hasta el oscurecer y nunca supe a qué hora se acostaba. CONTINUAR LEYENDO

domingo, 15 de septiembre de 2024

"POR QUÉ NECESITAMOS CONTAR HISTORIAS". Iñaki Domínguez, Ethic 23 AGO 2023

Si algo hace especial al ser humano es su capacidad por contar historias. El porqué es una cuestión a debate, pero lo incuestionable es que lo lleva haciendo desde el principio de los tiempos.

Se cree que el relatar historias se originó por vía de narraciones visuales, como las propias de los dibujos rupestres o los pictogramas, y que luego pasó a formar parte de tradiciones orales, en las que las historias se transmitían de generación en generación, de boca en boca. Luego se daría el salto a las historias escritas.

Antes de la invención del cine, la televisión y una pintura sofisticadas, muchos de estos relatos contenían imágenes visuales, por lo cual, podrían parecernos hoy particularmente descriptivas e incluso tediosas. El relato verbal integraba, por entonces, muchas imágenes para ofrecer un conocimiento, pero también una riqueza visual de la que carecería el humano de tiempos anteriores. Esto ocurre, por ejemplo, con obras como La Ilíada (siglo VIII a. C), en que la especificación de detalles visuales puede llegar a ser abrumadora para un lector actual.

Tradicionalmente, se creyó que Homero era un cuentista ciego que transmitía sus historias oralmente a los que deseasen escuchar. Se creía que era nativo de Jonia (en la actual Turquía), área donde emergió, también, la filosofía griega de la mano de sabios presocráticos como Tales, Anaximandro o Anaxímenes, ya en el siglo VI a. C. Este tipo de narradores habían de contar con una gran memoria, puesto que era su obligación o función social el recordar largas sagas y crónicas, de las cuales no solían ni podían olvidar los detalles.

Este tipo de cuentistas existieron también en muy diversos lugares y épocas. Tenemos el caso de las «viejas» germanas de zonas rurales a las que entrevistaban los hermanos Grimm a principios del siglo XIX para recopilar historias populares, que supuestamente habrían de encarnar el espíritu nacional de ciertas regiones. De ahí salieron muchas de las historias que luego llegarían a la gran pantalla por vía de Disney, ya en el siglo XX; o, previamente, las óperas de Richard Wagner, como puede ser el ciclo del Anillo del Nibelungo (1848-1874).

No obstante, como ya vimos, la primera forma de relato fue el visual, por medio de pinturas en lugares como las cuevas que habitaban los pueblos prehistóricos. Dicho lo cual, nada debería impedir creer que ya entonces ciertas personas pudiesen inventar y narrar cuentos que eran comunicados verbalmente. Se cree que, por entonces, la figura del artista, literato, pintor, etc, se confundía con la del chamán o hechicero, que era quien se ocupaba de procurar esas formas de «entretenimiento», aunque en esas épocas su función no fuese solo la de entretener, sino que el relato contaba con una carga simbólica más sólida, mitológica, transformadora o educativa.

Esta necesidad humana de transmitir este tipo de relatos no se sabe con toda certeza de dónde proviene, pero hay diversas teorías al respecto. Una particularmente interesante surge de la mano del antropólogo filosófico Arnold Gehlen. Este entiende que el ser humano está «abierto al mundo» y cuenta con una mayor adaptabilidad con respecto a diferentes hábitats, a diferencia del resto de animales. Gehlen entendería que el ser humano es alguien incompleto en relación con otros animales (no cuenta con garras, colmillos, carece de pelaje, herramientas biológicas naturales) y es por ello que tiene que fabricar las suyas propias y adaptar su hábitat a sus propios intereses. Vive en la esfera de la cultura o como ser cultural que inventa necesariamente para dominar la naturaleza; propósito que ha consumado con éxito allá donde haya estado. CONTINUAR LEYENDO

sábado, 14 de septiembre de 2024

"SIEMPRE LO QUE QUIERAS". Un poema de Ángel González


Cuando tengas dinero regálame un anillo,
cuando no tengas nada dame una esquina de tu boca,
cuando no sepas qué hacer vente conmigo
─pero luego no digas que no sabes lo que haces.

Haces haces de leña en las mañanas
y se te vuelven flores en los brazos.
Yo te sostengo asida por los pétalos,
como te muevas te arrancaré el aroma.

Pero ya te lo dije:
cuando quieras marcharte ésta es la puerta:
Se llama Ángel y conduce al llanto.

miércoles, 11 de septiembre de 2024

La página en blanco. Un cuento de Isak Dinesen (seudónimo de Karen Blixen) (Dinamarca, 1885 - 1962)

IsakDinesen
"Cerca de las puertas de la antigua ciudad solía sentarse una anciana de piel color de café, cubierta con un velo negro, que se ganaba el pan contando historias.

Decía la mujer:

- ¿Queréis un cuento, señora gentil, caballero? He contado muchas, muchas historias, mil y una más, desde los tiempos en que dejaba que los muchachos me contasen a mí el cuento de la rosa roja, los dos suaves capullos de azucena y las cuatro serpientes sedosas, cimbreantes y mortalmente enlazadas. Fue la madre de mi madre, la bailarina de ojos negros a quien tantos poseyeron, la que hacia el fin de su vida, arrugada como una manzana de invierno y escondida detrás del piadoso velo, me enseñó el arte de relatar historias. La madre de su madre se lo había enseñado a ella, y ambas eran mejores narradoras que yo. Pero esto ahora no tiene importancia, porque, para las gentes, ellas y yo somos la misma y me tratan con gran respeto, puesto que vengo contando historias desde hace doscientos años.
Después, si se le ha pagado bien y está de buen humor, proseguirá:
- La de mi abuela - decía - fue una escuela bien dura.

"- Sé fiel a la historia - me decía la vieja ruja -. Sé eterna e inquebrantablemente fiel a la historia.

"- ¿Por qué, abuela? - preguntaba yo.

"- ¿He de darte razones, desvergonzada? - gritaba ella- ¿Y tú quieres ser cuentista? ¿Tú vas a ser cuentista y yo he de darte razones? Pues bien, escucha: cuando el narrador es fiel, eterna e inquebrantablemente fiel a la historia, al final es el silencio quien habla. Cuando la historia ha sido traicionada, el silencio no es más que vacío. Pero nosotros, los fieles, cuando hemos dicho nuestra última palabra oímos la voz del sielncio. Lo entienda o no una mocosa impertinente". CONTINUAR LEYENDO

martes, 10 de septiembre de 2024

"MI PATRIA". Un poema de Silvia Delgado

Si quieres saber cuál es mi patria no la busques en los mapas,
no la busques como quien busca un difícil nombre bajo las piedras,
no la busques como quien busca su propia osamenta entre las sábanas.
Búscala como si fuera Ítaca,
como si fuera tan ancha , tan silvestre, tan oceánica,
búscala en los pájaros que sobrevuelan la buena nueva de los partos.
Busca mi patria en la tierra y el arado,
en las luciérnagas,
en la costra infecunda de los olvidos,
en los libros que oxidan la vista hasta cegarnos.
Búscala en las calles asfaltadas con corazones precarios,
en las casas donde la vida es una ausencia
creciendo igual que un minotauro salvaje.
Busca mi patria en las palabras.
Aquí o donde nuestros ojos no alcanzan.
En las palabras está mi patria.
En cada palabra que llama,
en la palabra-pan, en la palabra-herida,
en la palabra.
Si quieres saber cual es mi patria, fascista,
búscame allá donde tú la decapitas.


domingo, 8 de septiembre de 2024

"¿POR QUÉ INTRODUCIR EL PENSAMIENTO FILOSÓFICO EN LA ENSEÑANZA DESDE EDADES TEMPRANA? Carlos Javier González Serrano (elvuelodelalechuza.com)

En un escenario vital que va tan rápido y que se acelera progresivamente, enganchado enfermizamente a las dinámicas de productividad y rentabilidad, se olvida en muchas ocasiones el valor de la pausa y la lentitud y, asociado a él, el de la curiosidad y el asombro. Al aceptar sin cuestionamiento la aceleración de cualquier actividad y proceso vital, se pierde, también, la capacidad para detenernos y contemplar nuestro paisaje interior y exterior.

En este contexto, altamente tecnologizado y dominado por las pantallas y por el auge de la inteligencia artificial, la importancia de las humanidades -en particular de la filosofía- cobra un papel central, imprescindible, insustituible en términos individuales y sociales. Cuando alcanzamos la valentía para pensar nuestro mundo y nuestra circunstancia concreta, con ello impedimos igualmente ser víctimas de la perversa polarización y de la constante hiperestimulación a la que nuestros sentidos y nuestro intelecto quedan expuestos. Cuando todo va más rápido, resulta más sencillo caer en las garras de la manipulación, tanto emocional como intelectual.

Por todo ello deberíamos preguntarnos por la paulatina erosión que la filosofía y la ética, como disciplinas académicas, sufren en los planes académicos de los estudiantes. Sobre todo en el caso de los más jóvenes (en la educación secundaria); en paralelo, en el ámbito universitario, disciplinas como las filologías, la música o la historia del arte están sufriendo serios varapalos propiciados por el imperativo del provecho y del rendimiento. Ya lo denunció Friedrich Schiller hace más de dos siglos: «La utilidad es el gran ídolo de nuestra época, y a él deben complacer todos los poderes y rendir homenaje todos los talentos» (Cartas sobre la educación estética de la humanidad).

Se pide a los jóvenes que tengan más criterio propio y piensen por sí mismos mientras las humanidades sufren una silenciosa merma en la enseñanza. El conocimiento no puede ser esclavo del sistema productivo. Una educación que sólo enseña lo útil sólo sirve para servir sin pensar. No se trata de enseñar en las aulas, desde la niñez, la historia de la filosofía. En términos de psicología evolutiva, hay conceptos complejos (como los de belleza, justicia, igualdad, bondad o verdad) que necesitan cierto recorrido experiencial y un alto grado de madurez cognitiva para ser comprendidos, discutidos o desarrollados. Sin embargo, sí se puede mostrar, fomentar y educar en la actitud filosófica. Este es el punto clave. Porque, como apuntó Kant, no consiste en enseñar pensamientos, sino en invitar a pensar. CONTINUAR LEYENDO

sábado, 7 de septiembre de 2024

"EL LINCHAMIENTO". Un cuento de John Steinbeck

El arrebato pasional, el confuso movimiento y el vocerío de la multitud fueron extinguiéndose poco a poco, y el silencio se hizo dueño de nuevo del pequeño parque municipal. Grupos de personas quedaban aún cerca de los árboles, como figuras fantasmales a la luz azulada de una casa próxima. Todos parecían cansados, y se movían sigilosos, casi de puntillas; uno a uno, los grupos se dispersaban, perdiéndose en las sombras. El césped del parque aparecía pisoteado y roto por mil sitios, como un tapiz hecho jirones.

Mike sabía que todo había terminado. También él estaba cansado. Tan cansado como si llevara varias noches sin dormir, y le parecía vivir en sueños, caminar como un sonámbulo. Echándose la gorra sobre los ojos se apartó de allí, pero antes contempló el parque por última vez.

En uno de los grupos alguien había improvisado una antorcha con un periódico. Mike pudo ver cómo se enroscaban las llamas en los pies desnudos de aquel cuerpo grisáceo que se balanceaba colgado del árbol. Siempre le sorprendía comprobar el tono gris, casi azulado, de los cadáveres de los negros. La antorcha de papel iluminaba los rostros de los que estaban cerca, callados e inmóviles, como estatuas.

Mike se enfadó sin saber por qué con el hombre que pretendía prender fuego al cadáver. Se volvió a uno que estaba junto a él en la oscuridad y dijo:

—Eso no sirve de nada.

El otro se alejó sin contestar.

El periódico en llamas se apagó, dejando a oscuras el parque. Inmediatamente se encendió otra luminaria bajo los pies del ahorcado. Mike se aproximó a uno de los curiosos.

—Eso no sirve de nada —insistió—. Ya está muerto. Por más que se empeñen no pueden hacerle más daño.

El hombre emitió un gruñido sin apartar la mirada del papel ardiendo.

—Buen trabajo —dijo—. El país se ahorra dinero y así no se entromete ningún abogado del demonio.

—Es lo que yo he dicho siempre —asintió Mike—. No hacen falta abogados. Pero no tiene ningún objeto pretender quemarlo.

El desconocido continuó mirando las llamas, como fascinado.

—Tampoco se hace daño a nadie con eso.

Mike miró atentamente la escena. Sus sentidos estaban embotados. Se daba cuenta de que no podía pensar con claridad. Y él quería absorber todos los detalles de aquel momento histórico, para poder relatarlos más tarde. Su cerebro le decía que estaba presenciando algo muy importante, pero sus ojos no querían reconocerlo. Le decían que se trataba de algo vulgar, ordinario. Media hora antes, cuando había estado gritando entre la multitud y esforzándose por tirar él también de la cuerda, se había sentido fuerte, poderoso y en plena posesión de todas sus facultades. Pero ahora todo le parecía muerto, casi irreal, y los restos de la muchedumbre no eran más que figuras de cera o muñecos de madera pintada iluminados por un papel que ardía. Haciendo un esfuerzo, Mike se volvió en redondo y salió del parque. CONTINUAR LEYENDO

viernes, 6 de septiembre de 2024

"CANAS EN EL CORAZÓN". Un poema de Abu-Tammam Al-Tai (805 - 845) traducido del original por Pedro Martínez Montávez

 

Tengo ya encanecida la cabeza,
pero yo sólo he visto que encanezcan cabezas
cuando ya estaba cano el corazón.
Que siempre el corazón
es vanguardia del cuerpo,
en todas las miserias y fortunas.
Y a través de caminos de esperanza,
cuando ya todo guía y camellero se había extraviado,
cruzaste las tinieblas.
Porque la claridad de la esperanza
abre la vista más, y el corazón,
que cualquier claridad en otros sitios.
Aun cuando las colinas
hasta las sendas estrelladas estén cerca,
y la suerte resida en los abismos.

jueves, 5 de septiembre de 2024

"EL ALMOHADÓN DE PLUMAS". Un inquietante cuento de Horacio Quiroga

Su luna de miel fue un largo escalofrío. Rubia, angelical y tímida, el carácter duro de su marido heló sus soñadas niñerías de novia. Lo quería mucho, sin embargo, a veces con un ligero estremecimiento cuando volviendo de noche juntos por la calle, echaba una furtiva mirada a la alta estatura de Jordán, mudo desde hacía una hora. Él, por su parte, la amaba profundamente, sin darlo a conocer.

Durante tres meses —se habían casado en abril— vivieron una dicha especial. Sin duda hubiera ella deseado menos severidad en ese rígido cielo de amor, más expansiva e incauta ternura; pero el impasible semblante de su marido la contenía siempre.

La casa en que vivían influía un poco en sus estremecimientos. La blancura del patio silencioso —frisos, columnas y estatuas de mármol— producía una otoñal impresión de palacio encantado. Dentro, el brillo glacial del estuco, sin el más leve rasguño en las altas paredes, afirmaba aquella sensación de desapacible frío. Al cruzar de una pieza a otra, los pasos hallaban eco en toda la casa, como si un largo abandono hubiera sensibilizado su resonancia.

En ese extraño nido de amor, Alicia pasó todo el otoño. No obstante, había concluido por echar un velo sobre sus antiguos sueños, y aún vivía dormida en la casa hostil, sin querer pensar en nada hasta que llegaba su marido.

No es raro que adelgazara. Tuvo un ligero ataque de influenza que se arrastró insidiosamente días y días; Alicia no se reponía nunca. Al fin una tarde pudo salir al jardín apoyada en el brazo de él. Miraba indiferente a uno y otro lado. De pronto Jordán, con honda ternura, le pasó la mano por la cabeza, y Alicia rompió en seguida en sollozos, echándole los brazos al cuello. Lloró largamente todo su espanto callado, redoblando el llanto a la menor tentativa de caricia. Luego los sollozos fueron retardándose, y aún quedó largo rato escondida en su cuello, sin moverse ni decir una palabra. CONTINUAR LEYENDO

miércoles, 4 de septiembre de 2024

"¿ES POSIBLE SEPARAR UNA OBRA DEL COMPORTAMIENTO DEL ARTISTA". Carmen Domingo - Alejandro Palomas, El País 21 AGO 2024

La cultura siempre se ha encontrado con casos en los que el comportamiento privado de los artistas pone muy difícil para el espectador valorar su trabajo. Los últimos episodios han sido los del recientemente fallecido Alain Delon, icono del cine, pero reconocido homófobo y extremista, y la revelación de que Alice Munro, premio Nobel de literatura fallecida en mayo, ocultó los abusos que sufrió su hija a manos de su marido.

Aportan su punto de vista sobre este asunto los escritores Carmen Domingo y Alejandro Palomas. Domingo considera que imaginar un mundo construido por personas de bien no solo resulta ingenuo, sino que puede ser “nefasto para la creación” porque la ética no es garantía de calidad. Por su parte, Palomas cree que los artistas “no pueden desgajarse” de sus obras, ni al revés: “Los artistas somos nuestra obra, nos guste o no”. CONTINUAR LEYENDO



martes, 3 de septiembre de 2024

"A NIEBLA, MI PERRO, ". Un poema de Rafael Alberti

«Niebla», tú no comprendes: lo cantan tus orejas,
el tabaco inocente, tonto, de tu mirada,
los largos resplandores que por el monte dejas,
al saltar, rayo tierno de brizna despeinada.

Mira esos perros turbios, huérfanos, reservados,
que de improviso surgen de las rotas neblinas,
arrastrar en sus tímidos pasos desorientados
todo el terror reciente de su casa en ruinas.

A pesar de esos coches fugaces, sin cortejo,
que transportan la muerte en un cajón desnudo;
de ese niño que observa lo mismo que un festejo
la batalla en el aire, que asesinarle pudo;

a pesar del mejor compañero perdido,
de mi más que tristísima familia que no entiende
lo que yo más quisiera que hubiera comprendido,
y a pesar del amigo que deserta y nos vende;

«Niebla», mi camarada,
aunque tú no lo sabes, nos queda todavía,
en medio de esta heroica pena bombardeada,
la fe, que es alegría, alegría, alegría.

 (Capital de la Gloria,1938)

"Todas las víctimas de la guerra, sea cual sea su edad, merecen compasión. Pero los niños representan la crueldad de una barbarie que no puede justificarse nunca en la amenaza o el terror ajeno. Los niños son inocentes, representan un mundo que tiene derecho a vivir más allá de cualquier dinámica de espanto. Rafael Alberti contó en versos inolvidables el sufrimiento vivido en la Guerra Civil española. En un poema dedicado a Niebla, su perro, se fija en un niño inocente que sin comprender nada observa la lucha aérea como si se tratara de un castillo de fuegos artificiales: “ese niño que observan lo mismo que un festejo / la batalla en el aire, que asesinarle pudo”. Esa inocencia, por desgracia, tarda poco en desaparecer bajo el espanto. Queda poco de ella en los ojos abiertos de un cadáver". Luis García Montero, La infancia y los bombardeos. 

lunes, 2 de septiembre de 2024

"MORELIA". Un poema de Luis García Montero


Morelia. Luis García Montero

A Marco Antonio Campos

Soy cobarde.
Pero también mantengo la dignidad. Procuro
no vender la sonrisa
que los fuertes esperan.
Por eso corro hasta mis versos
como el niño que huye hacia su cuarto
cuando empiezan los gritos de la casa.

Me duermo y amanece.
Ya da el sol en las piedras de Morelia.
Me levanté muy de mañana
a caminar las calles
de una ciudad que ha sido
ese recuerdo en el que nunca estuve.
Tampoco estuve nunca en el Madrid bombardeado,
pero crecí mientras buscaba
una verdad en la memoria.

Más que la tierra limpia,
me emociona el paisaje de cultivos,
la piedra que las manos edifican,
paredes que comprenden
un relevo de vidas cotidianas,
de cuerpos, de murmullos, de tacones
que bajan la escalera,
de peldaños que corren hasta el sótano
antes del bombardeo.

1939,
o tal vez, 2005,
es la historia del agua,
la lluvia repetida en el invierno
como una condición de la miseria.
El sol abre los ojos
y puede ver la infancia de un país
que huye de la guerra,
que cruza el mar,
que desciende del barco,
como la historia, en fila,
muy peinada la historia
con su maleta de cartón,
con sus recuerdos
sin estatura y para siempre,
mientras ordena el equipaje
en la ciudad que la recibe.
Valladolid. Morelia.
Suave patria.

Miro la catedral, el internado,
los edificios nobles,
y en la imaginación,
donde se viven los recuerdos
para que las historias generales
puedan gozar de intimidad,
agradezco la luz al descubrir
una nobleza humana
más alta que las piedras y los bosques.


La infancia y los bombardeos. Un artículo publicado en infoLibre.es en el que el autor nos habla del poema y del sufrimiento de los niños en los bombardeos


domingo, 1 de septiembre de 2024

"SUEÑA EL REY QUE ES REY". Fragmento de "La vida es sueño" de Pedro Calderón de la Barca

Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.