Los días inútiles son como una costra de mugre sobre el alma. Hay una asfixia lenta que sonríe, que olvida, que se calla. ¿Quién me pone estos sapos en el pecho cuando no digo nada? Hay un idiota como yo andando, platicando con gentes y fantasmas, echándose en el lodo y escarbando la mierda de la fama. Puerco de hocico que recita versos en fiestas familiares, donde mujeres sabias hablan de amor, de guerra, resuelven la esperanza. Puerco del mundo fácil en que el engaño quiere hacer que engaña mientras ácidos lentos llevan el asco a la garganta. Hay un hombre que cae días y días de pie, desde su cara, y siente que en su pecho van creciendo muertes y almas. Un hombre como yo que se avergüenza, que se cansa, que no pregunta porque no pregunta ni quiere nada. ¿Qué viene a hacer aquí tanta ternura fracasada? ¡Díganle que se vaya! |
-"No es posible crecer en la intolerancia. El educador coherentemente progresista sabe que estar demasiado seguro de sus certezas puede conducirlo a considerar que fuera de ellas no hay salvación. El intolerante es autoritario y mesiánico. Por eso mismo en nada ayuda al desarrollo de la democracia." (Paulo Freire). - "Las razones no se transmiten, se engendran, por cooperación, en el diálogo." (Antonio Machado). - “La ética no se dice, la ética se muestra”. (Wittgenstein)
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sábado, 3 de septiembre de 2016
Los días inútiles. Un poema de Jaime Sabines.
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