Intentaron
prometerme varias veces, la primera a los 10 años, pero yo me portaba
fatal con los pretendientes. Mis padres me pegaban y amonestaban sin
resultado, y finalmente me enviaron lejos, a un internado. Allí escribí
esa carta.
¿Qué le decía a Dios?
Que no creería en él
si no era justo. Y que no era justo que mi hermano, mucho peor que yo
en los estudios, fuera el preferido. Mi profesor, un musulmán fanático,
se puso furioso, así que escondí esa carta, pero mi madre la encontró y
me dio la razón, eso me hizo escritora.
¿Qué ha entendido de esencial en estos 86 años que lleva vividos?
Que la esencia de la vida es la vida misma, no tiene motivo ni razón. La vida es placer, amor, disfrute, libertad y creatividad.
¿Esa es su filosofía?
Sí,
soy optimista y soy poderosa, porque la esperanza es poder. Incluso
cuando Sadat me encarceló por ser crítica con su gobierno no perdí la
esperanza.
Fue dueña de sí misma.
El cambio no emana
de una única batalla, requiere toda una vida. Pero el paso fundamental
es cambiarse a una misma, eso te convierte en poderosa.
¿De qué cambio me está hablando?
Tú
te cuestionas y te construyes constantemente. Nos dicen que Eva trajo
el pecado al mundo... ¿Alguna mujer siente eso? El día que superemos
esas ideas viviremos todos mejor.
Luchar es su verbo.
Sí,
escribir y luchar por la justicia y la igualdad. Sin igualdad no habrá
amor verdadero entre hombres y mujeres, habrá sólo matrimonio; por eso
me divorcié de tres maridos.
En su país eso es ser muy valiente.
No
hay amor auténtico en un mundo construido sobre el patriarcado, el
dominio del dinero y la religión. Dios entregó el poder al hombre. Dios
es muy patriarcal.
...Nuestra interpretación de Dios.
Sí,
el Dios macho, el que eligió al hombre para subyugar al mundo. Los
dioses de todas las religiones monoteístas ordenan sacrificios y
muertes. Y los políticos, con sus ejércitos, su policía, su organización
económica al servicio de unos pocos, están llenando el mundo de sangre.
¿Por dónde pasa la conquista de la igualdad de la mujer?
Las
mujeres terminan por oprimirse a sí mismas: muchas creen en el
matrimonio para toda la vida, y aguantan; otras ejecutan la mutilación
genital a sus hijas o, obedientes, cubren sus cabezas. Necesitamos ser
conscientes de la opresión de la cultura, la política, la religión y la
maternidad.
¿La maternidad?
Sí, las mujeres son
esclavas de la maternidad. La maternidad es una cárcel. El padre es
libre, pero la madre no. Las mujeres sacrifican sus vidas y su libertad
por sus hijos.
Es que son tus hijos.
Debemos ser
psicológicamente independientes de nuestros hijos. Las madres hacen que
los hijos sean dependientes de ellas, les imponen su autoridad,
reproducen lo que padecen.
Hay verdad en sus palabras, aunque sean radicales.
Se
nos ha criado hasta llegar al sacrificio, sacrificio por la familia,
por los hijos, por el país. Pero ni el país ni el marido ni los hijos se
sacrifican por las mujeres. Aun así, nosotras lo toleramos. Tenemos que
erradicar esta psicología de la esclavitud.
Nacemos con ella.
Yo
me desprendí de todo lo que se supone que debe ser una mujer, de todo
lo que me hacía ser esclava. Y con mis hijos la relación mejoró
muchísimo cuando estuve desprendida, alejada de esa dependencia
psicológica que me oprimía y les oprimía.
Entonces, la gran rebeldía sería que las mujeres no tuvieran hijos.
Sin duda, pero eso no es natural. Para cambiar las cosas debemos conversar, crear conciencia y ser solidarias entre nosotras.
Amenazada de muerte por sus ideas, tuvo que refugiarse en EE.UU. ¿Qué vio allí?
La
autoridad del marido es superior a la de la esposa, y esto es algo
universal. Y los seres más oprimidos del mundo son las mujeres pobres.
Necesitamos justicia, vivir en igualdad de condiciones, entonces nos
podremos casar felizmente y tener hijos libres.
Pero eso no existe en el mundo.
Ese cambio vendrá, el mundo no puede seguir sangrando. Pero tendremos que pagar el precio de la libertad y el de la igualdad.
¿Y cuál es ese precio?
A
veces vamos a la cárcel, o nos matan, o la rebeldía nos condena a ser
pobres o arrinconadas. Personalmente no me importa perder mi vida, llevo
años en una lista de condenados a muerte, pero nuestra vida es
horrible, no queda otra que luchar.
Fuente: lavanguardia.com