sábado, 29 de junio de 2024

"ANNABEL LEE". Un poema de Edgar Allan Poe

Nombrar al escritor norteamericano Edgar Allan Poe nos hace pensar inmediatamente en algunos de sus relatos cortos, género en el que fue un auténtico maestro. Sus cuentos de terror nos siguen fascinando. Sin embargo, esa faceta eclipsa a veces al poeta que también fue y en cuyos poemas, al igual que en toda su obra, hay algunos temas recurrentes como es la muerte de una hermosa mujer, reflejo tal vez de la pérdida de varias mujeres importantes en su vida. Ese es el caso del poema ‘Annabel Lee’, que hoy comparto. Fue el último poema que Poe escribió poco antes de su muerte. (Andrea Villarrubia Delgado)

ANNABEL LEE

Hace muchos, muchos años,
en un reino junto al mar,
vivió una doncella, que puede que conozcáis,
de nombre Annabel Lee;
y esta doncella no con otra idea vivía
que amar y que yo la amara.
Era una niña y un niño yo era,
en este reino junto al mar,
nos amábamos con un amor mayor que el Amor
yo y mi Annabel Lee,
con un amor que los serafines alados del Cielo
codiciaban, de ella y de mí.

Y esta fue la causa por que, hace tiempo,
en este reino junto al mar,
de nocturna nube se levantara un viento
que estremeció a mi Annabel Lee;
de modo que sus parientes nobles se congregaron
y la arrancaron de mí,
y la confinaron en un sepulcro
en este reino junto al mar.

Los ángeles, ni la mitad de felices en el Cielo,
seguían envidiándonos, a ella y a mí;
¡sí!, esa fue la causa (como cualquiera sabe,
en este reino junto al mar)
por que un viento se levantara de la nube, estremeciera
y matara a mi Annabel Lee.

Mas como nuestro amor era, con mucho, más fuerte que el amor
de aquellos que mayores que nosotros eran,
de los muchos que más juiciosos que nosotros eran,
ni los ángeles, arriba, en el Cielo,
ni los demonios, abajo, en el mar,
podrán nunca desligar mi alma del alma
de la hermosa Annabel Lee;

porque la luna nunca fulge sin evocarme sueños
de la hermosa Annabel Lee;
ni las estrellas nacen sino para que vea brillo en los ojos
de la hermosa Annabel Lee;
de modo que, durante la marea nocturna, reposo al lado
-de mi amada, mi amada, mi vida y mi esposa-
de su sepulcro junto al mar,
de su tumba junto a la riba del mar.

viernes, 28 de junio de 2024

"La pobreza y la humildad llevan al cielo". Un cuento de los Hermanos Grimm.

Érase un príncipe que salió a pasear por el campo. Andaba triste y pensativo, y al levantar la mirada al cielo y verlo tan azul y sereno, exclamó con un suspiro:

- ¡Qué bien debe uno sentirse allá arriba! -. 

Viendo luego a un pobre anciano que venía por el camino, le dijo:

- ¿Cómo podría yo llegar al cielo?

- Con pobreza y humildad - le respondió el viejo -. Ponte mis vestidos rotos, recorre el mundo durante siete años para conocer la miseria; no aceptes dinero, sino que, cuando estés hambriento, pide un pedazo de pan a las gentes caritativas; de este modo te irás acercando al cielo.

Quitóse el príncipe sus ricas vestiduras, y, después de cambiarlas por las del mendigo, salió a vagar por el mundo y sufrió grandes privaciones. No tomaba sino un poco de comida, y no hablaba; sólo rogaba a Dios que lo acogiese un día en el cielo.

Transcurridos los siete años, regresó al palacio del Rey, su padre, pero nadie lo reconoció. Dijo a los criados:

- Id a comunicar a mis padres que he vuelto -. 

Pero los criados no le prestaron crédito y, echándose a reír, lo dejaron plantado. Entonces dijo el príncipe: 

- Subid a decir a mis hermanos que salgan; me gustaría volverlos a ver.

Tampoco esto querían hacer, hasta que, al fin, uno se decidió y fue a transmitir el recado a los hijos del Rey. Éstos no lo creyeron y olvidaron el asunto. Entonces el príncipe escribió una carta a su madre, describiéndole su miseria, pero sin revelarle que era su hijo. La Reina, compadecida, mandó que le asignasen un lugar al pie de la escalera, y que todos los días dos criados le llevasen comida. Pero uno de los servidores era perverso:

- Para qué dar a ese pordiosero tan buena comida - decía. Y se la guardaba para él o la echaba a los perros. Al pobre, débil y extenuado, no le daba más que agua. Otro criado, en cambio, era honrado y le llevaba lo que le entregaban para él. Poca cosa, mas lo bastante para permitir al mísero subsistir una temporada. Iba debilitándose progresivamente, pero todo lo sufría con paciencia.

Observando que su estado se agravaba por momentos, pidió que le trajesen la sagrada comunión. A mitad de la misa, todas las campanas de la ciudad y sus contornos empezaron a tañer por sí solas. Terminado el divino oficio, el sacerdote dirigióse al pie de la escalera y encontró muerto al pobre, sosteniendo en una mano una rosa y en la otra un lirio; junto a su cuerpo había un papel, donde se hallaba escrita su historia. Y a ambos lados de la tumba brotaron también una rosa y un lirio.

FIN

miércoles, 26 de junio de 2024

"¡CUÍDATE, ESPAÑA DE TU PROPIA ESPAÑA! ...". Un poema de César Vallejo escrito en y sobre la Guerra Civil dentro del poemario: "España, aparta de mí este cáliz".

 





"DESPLAZAR LA LUNA: MI NOCHE EN EL MUSEO DE LA ACRÓPOLIS". Un libro de Andrea Marcolongo


Un bellísimo ensayo que nos recuerda lo que debemos a la cultura clásica y esa pequeña península mediterránea que gobernó el mundo.

Andrea Marcolongo pasó una noche de luna menguante en el Museo de la Acrópolis, un espacio en el que llama más la atención lo que falta que lo que se exhibe, y esa pequeña aventura le dio pie a escribir este ensayo en el que la reivindicación adquiere un carácter político, y abre un debate sobre el expolio y la apropiación cultural.

Como punto de partida, narra la increíble historia del secuestro de los mármoles del Partenón por el embajador británico lord Elgin, compuesta de toda una serie de incidentes rocambolescos que arrancó en diciembre de 1801 y se prolongó durante meses. En el trasfondo, un frágil y cambiante equilibrio de poder entre la Francia de Napoleón, el Imperio otomano e Inglaterra que contribuyó al desastre: debido a una sucesión de increíbles negligencias, los mármoles sufrieron daños y muchos de ellos se perdieron.

martes, 25 de junio de 2024

"LA PREGUNTA POR LA REALIDAD". Gustavo Martín Garzo (El País 15 MAR 2015)

Literatura fantástica es ese espacio escondido en los intersticios de lo real

Sí, yo creo que fui un animalito metafísico desde los seis o siete años”, dice Julio Cortázar en una entrevista que Juan Cruz ha rescatado hace poco en este mismo periódico. “Recuerdo muy bien que mi madre y mis tías —mi padre nos dejó muy pequeños a mi hermana y a mí—, en fin, la gente que me veía crecer, se inquietaba por mi distracción o ensoñación. Yo estaba perpetuamente en las nubes. La realidad que me rodeaba no tenía interés para mí. Yo veía los huecos, digamos, el espacio que hay entre dos sillas, si puedo usar esa imagen. Y por eso, desde muy niño, me atrajo la literatura fantástica”.

Ese espacio escondido en los intersticios de lo real es el que explora el mundo de la literatura y del juego. En Las crónicas de Narnia, ese mundo escondido vive en el interior de un armario; en Alicia en el país de las Maravillas, en el hueco de un árbol. El mundo de los cuentos está lleno de huecos así, fisuras en el tejido de lo existente que abren al niño a zonas de lo real donde viven sus verdaderos deseos.

Por eso Blancanieves escapa del palacio de la realidad. Ve ese hueco, y se hace pequeña para entrar por él. Eso es lo que simbolizan esos hombres diminutos con los que se encuentra. Ha entrado en el reino de lo pequeño, que es el reino de los cuentos y los juegos. Las casas de muñecas, los soldaditos, los trenes eléctricos, todos esos objetos que tanto gustan a los niños y de los que se sirven para jugar son el acceso a la habitación de los deseos. También los amantes buscan esa habitación y esa es la razón de que haya tantas historias de parejas que huyen al enamorarse, como pasa con Tristán e Iseo cuando se internan en el bosque para vivir su amor. El amor reclama burlar a los guardianes de lo real, como lo hacen los protagonistas de Sueño de amor eterno, la hermosa película de Henry Hathaway con sus carceleros. Todos los niños burlan a esos guardianes cuando juegan. Todos buscan un lugar indefinible que solo a ellos pertenece, un lugar muy semejante al que luego accederán a través de su sexualidad, pues el sexo como el juego sólo puede tener lugar lejos de la mirada de los padres.

Recuerdo una película sobre Simbad, el Marino. Su prometida ha sido transformada en una criatura diminuta y Simbad tiene que correr todo tipo de peligros en busca de una flor cuyo elixir posee el poder de devolverle su tamaño original. Simbad lleva a la princesita consigo y de vez en cuando la saca de su cofrecillo y la deja correr por la mesa, lo que ella aprovecha para provocarle con sus palabras y sus movimientos. Como si le dijera: para amarme tienes que hacerte tan pequeño como yo. Esas escenas son una metáfora preciosa del amor, porque el amor, como el juego de los niños, es el reino de lo pequeño. Es justo eso lo que significa el anillo que se entregan los amantes. Tienes que caber por este hueco, se dicen el uno al otro cuando se lo ponen. El reino de lo pequeño es el reino del amor y del juego, de ahí el gusto de los que se aman por los diminutivos, su tendencia a tratarse como si fueran dos niños que nunca abandonan del todo el territorio del sueño. El anillo también es una metáfora del acto sexual. Al fin y al cabo, el falo erecto es un cuerpo diminuto. Es hacerse pequeño para poder entrar en un reino escondido. Lo pequeño es el símbolo de lo que está en el umbral, a punto de escabullirse, lo abierto a otras formas de realidad, al lugar donde viven los deseos. CONTINUAR LEYENDO

lunes, 24 de junio de 2024

Los que abandonan Omelas. Un cuento de Úrsula K. Le Guin.

Con un clamor de campanas que impulsó a las golondrinas a levantar el vuelo, el Festival del Verano llegaba a la ciudad de Omelas, que descollaba radiante junto al mar. En el puerto, los aparejos de los barcos destellaban con banderas. En las calles, entre las casas de rojos tejados y pintadas tapias, entre los viejos jardines donde crece el musgo y bajo los árboles de las avenidas; frente a los grandes parques y los edificios públicos desfilaba la multitud. Decorosos ancianos con largas túnicas rígidas malva y gris; graves y silenciosos artesanos, alegres mujeres que llevaban a sus hijos y charlaban al caminar. En otras calles, la música sonaba más veloz, un trémulo de batintines y panderetas y la gente iba bailando; la procesión era una danza. Los niños correteaban de una parte a otra y sus gritos se alzaban sobre la música y los cantos como el vuelo cruzado de las golondrinas. Todos los desfiles serpenteaban hacia el norte de la ciudad, donde en la gran vega llamada Verdes Campos, chicos y chicas, desnudos en el luminoso aire, con los pies, los tobillos y los largos y ágiles brazos salpicados de lodo ejercitaban a sus inquietos caballos antes de la carrera. Los caballos no llevaban ningún tipo de pertrecho, sólo un ronzal sin bocado. Las crines trenzadas con cordones de plata, oro y verde. Resoplaban por los dilatados ollares, hacían cabriolas y se engallaban. Al ser el caballo el único animal que había adoptado nuestras ceremonias como propias, se hallaba muy excitado. A lo lejos, por el norte y el oeste, las montañas se alzaban sobre la bahía de Omelas casi envolviéndola. El aire de la mañana era tan límpido que la nieve, coronando aún los Ocho Picos, despedía reflejos oro y blanco a través de las millas de aire iluminado por el sol, bajo el azul profundo del cielo. Soplaba el suficiente viento como para que los gallardetes que marcaban el curso de la carrera ondearan y chasquearan de vez en cuando. En el silencio verde de la amplia vega se oía la música que recorría las calles de la ciudad, y de todas partes y acercándose siempre, una alegre fragancia de aire que de vez en cuando se acumulaba y estallaba con el gozoso repique de las campanas. CONTINUAR LEYENDO

"A MATILDE (NALDA), LUCHADORA ANTIFRANQUISTA". Un poema de Miguel Hernández

En la tierra castellana
el castellano caía
con la voz llena de España
y la muerte de alegría.

Para conseguir la libertad de sus hermanos
caen en los barbechos los más nobles castellanos.

No veré perdida España porque mi sangre no quiere.
El fascismo de Alemania
junto a las encinas muere.

Para hacer cenizas la ambición de los tiranos
caen en las trincheras los más nobles castellanos.

Españoles de Castilla
y castellanos de España
un fusil a cada mano
y a cada día una hazaña.

Voy a combatir al alemán que nos da guerra
hasta conquistar los horizontes de mi tierra.

domingo, 23 de junio de 2024

"LA HIJA DE MARX". Una novela erótica a histórica de Clara Obligado


La gran novela erótica e histórica, Premio Lumen, de la autora consagrada por la crítica, ganadora de varios galardones literarios y traducida a otros idiomas

Karl Marx dejó tras de sí un impresionante legado teórico y una descendencia extensa. Dejó tambien un vástago adicional, hijo de la criada de la casa, al que nunca quiso reconocer y que entregó a su compañero, Engels. A traves de otra hija bastarda de Marx, fruto de la aventura con una aristócrata rusa, Clara Obligado retrata toda una educación amorosa y sexual;no hay variante que no encuentre su preciso y sugerente relato; y conforma el fresco detallado de una epoca esplendida. ¿Y si la aristocracia rusa en el exilio, en lugar de hacer la revolución política, hubiera iniciado una revolución sexual? ¿Y si la Historia, en lugar de contarse en masculino, se hubiera contado en femenino?

La hija de Marx es un prodigio literario lleno de imaginación, documentación rigurosa (modelos de consoladores incluidos), erotismo e ironía; una crónica aguda y suntuosa de los destinos de aquellas mujeres que rodearon a los revolucionarios, utopistas y reformadores del cambio de siglo. Esta deslumbrante novela, que fue galardonada con el Premio Femenino Lumen, se lee hoy con renovada admiración y actualidad.

"LA AVENTURA DE UN SOLDADO". Un cuento/relato corto de Italo Calvino (Amores difíciles)

En el compartimiento, junto al soldado de infantería Tomagra, se sentó una señora alta y opulenta. A juzgar por el vestido y el velo, debía de ser una viuda de provincias: el vestido era de seda negra, apropiado para un largo luto, pero con guarniciones y adornos inútiles, y el velo que caía del ala de un sombrero pesado y anticuado le envolvía la cara. Había otros lugares libres en el compartimiento, observó el infante Tomagra; y pensó que la viuda elegiría uno de ellos; en cambio, a pesar de su áspera cercanía de soldado, se sentó justo allí, seguramente por alguna razón de comodidad, se apresuró a pensar el infante Tomagra, una cuestión de corrientes de aire o de dirección de la marcha.

Por la robustez del cuerpo, firme y hasta un poco cuadrado, se le hubieran dado poco más de treinta años si una morbidez de matrona no suavizara las altas curvas; pero la cara, el encarnado marmóreo y al mismo tiempo flojo, la mirada inasible bajo los párpados pesados, las cejas de un negro intenso y además los labios severamente apretados, pintados con descuido de un rojo chocante, le hacían parecer en cambio de más de cuarenta.

Tomagra, joven soldado de infantería en su primer permiso (era Pascua), se encogió en el asiento no fuera a ser que la señora, tan alta y opulenta, no cupiese; y se encontró inmediatamente envuelto en su perfume, un perfume conocido y quizás ordinario pero ya amalgamado, por una larga costumbre, a los olores naturales del cuerpo.

La señora se había sentado con compostura, revelando, allí a su lado, proporciones menos majestuosas de lo que le habían parecido al verla de pie. Las manos, rollizas y con oscuros anillos que le apretaban los dedos, las tenía cruzadas sobre el regazo, encima de un bolso reluciente y de una chaqueta que se había quitado descubriendo brazos redondos y claros. Tomagra, al hacer ella ese gesto, se había apartado como para permitir un amplio despliegue de brazos, pero la señora permaneció casi inmóvil, quitándose las mangas con breves movimientos de los hombros y del torso.

El asiento del tren era pues bastante cómodo para dos y Tomagra podía sentir la extrema cercanía de la señora sin el temor de ofenderla con su contacto. Pero, razonó, lo cierto es que, pese a ser una señora, no había demostrado que ni él ni la aspereza de su uniforme la disgustaran, de lo contrario se habría sentado más lejos. Y, al pensarlo, sus músculos, que estaban contraídos y achatados, se aflojaron libres y serenos; más aún; sin que él se moviera trataron de expandirse al máximo, y la pierna con sus tendones tensos, separada de la tela misma del pantalón, se estiró, llenó a su vez el paño que la cubría, y el paño rozó la negra seda de la viuda, y a través de ese paño y esa seda, la pierna del soldado se adhería a la de ella con un movimiento blando y fugaz, como un encuentro de tiburones, con un expandirse de ondas en sus venas hacia las venas de ella. CONTINUAR LEYENDO

sábado, 22 de junio de 2024

"LEER". Un artículo de Rosa Montero. El País 16 JUN 2024

Si no quieres que se te desmayen y despanzurren las neuronas, lee todos los días, maldita sea

En una tertulia de la que formé parte hace algunos años nos pidieron un día que, como punto de partida para el encuentro, dijéramos qué invento de la humanidad nos parecía más trascendente. Hubo respuestas de lo más variopintas; yo contesté que el alfabeto. Tiempo después vi una entrevista con Vargas Llosa en la que le preguntaban qué había sido lo más importante que había hecho en su vida, y él dijo bellamente que aprender a leer. Ambas cosas me parecen complementarias y trascendentales: desde lo colectivo a lo individual, leer nos hace personas. Aún más: leer nos hace mejores personas.

Numerosos trabajos científicos han demostrado que leer es algo así como el bálsamo de Fierabrás, una poción mágica capaz de curar tanto los rotos como los descosidos del cuerpo y del ánimo. Entre los hallazgos más apabullantes está un estudio de la Universidad de Sussex (Reino Unido), en 2009, que demostró que la lectura podía reducir el estrés hasta en un 68%; la investigación de la Universidad de Yale (Estados Unidos) de 2016, que, tras monitorizar a casi 4.000 personas mayores de 50 durante 12 años, concluyó que aquellos que leen asiduamente —media hora al día basta— viven hasta dos años más que quienes no leen; o el estudio de 2010 del Carnegie Mellon (EE UU) que indica que leer libros nos cambia literalmente el cerebro, engrosando la materia blanca. Leer, en fin, es como hacer pesas dentro del cráneo. Si no quieres que se te caigan las nalgas, machácate las carnes en un gimnasio; si no quieres que se te desmayen y despanzurren las neuronas, lee todos los días, maldita sea.

Por no hablar de las decenas de trabajos que demuestran que leer cuentos y novelas, es decir, ficción, fomenta la empatía. Como he dicho antes, es una actividad que nos hace mejores. Cosa que todos los que somos lectores ya sabíamos. Una novela es un viaje al otro, a los otros, a realidades previamente desconocidas. Pero también es el descubrimiento de una complicidad inesperada. Cuántos niños y niñas angustiados, cuantos jóvenes aislados y enajenados de su entorno, que se sentían únicos y raros, han encontrado la salvación a través de las páginas de un libro. Esto es, descubrieron espíritus afines, mundos mucho más grandes que les permitieron respirar y sobrevivir. Como la extraordinaria poeta norteamericana Emily Dickinson (1830-1886), que, probablemente sometida a abusos sexuales en la adolescencia por parte de su padre y tal vez de su hermano, encontró un reducto de resistencia en la poesía: “Yo creo que fui Encantada / Cuando por primera vez / Niña sombría / Leí a Aquella Dama Extranjera/ Lo Oscuro – sentí Hermoso”, explica ella misma con sus versos. La Dama Extranjera era la poeta victoriana Elizabeth Barrett Browning, cuya obra rescató a Emily, poniendo un hilo de redentora luz en la oscuridad de esa niñez tenebrosa (qué bellas las palabras de Dickinson).

No sé qué sería de mi vida sin los libros: apenas puedo imaginar una carencia tal, sería como quedarte ciega y sorda, sin olfato y sin tacto, tal vez incluso también sin corazón. Los libros siempre han sido para mí un talismán, un poderoso embrujo, como si, teniendo un buen libro cerca, nada muy malo pudiera pasarte. Es mentira, lo sé, pero es una de esas mentiras poliédricas que encierran un grumo de verdad. Leer es algo más íntimo que hacer el amor, porque te metes en la cabeza y en los sentimientos de quien ha escrito el texto. Y, una vez allí, reescribes lo que lees junto al autor o autora. Porque toda lectura es una reescritura, una colaboración a dos, una complicidad suprema. Hoy acaba la maravillosa Feria del Libro de Madrid, un evento único en el mundo por su popularidad, su raigambre social y su falta de pretensiones. En los fines de semana podemos estar 400 autores reunidos en las casetas, a pie de calle, sin intermediarios, a la misma altura y sin distancia física de los lectores. Es una verdadera fiesta de la lectura, y, cada libro que firmas, una especie de celebración familiar, como un cumpleaños o tal vez un bautizo. Ríes y lloras junto a los lectores, con las generosas intimidades que comparten contigo, de la misma manera que has reído y llorado al leer las obras que forman la columna vertebral de tu vida. Y adviertes con plena certidumbre que los libros forman una comunidad a través del tiempo y del espacio. Y que esa comunidad es salvadora y hermosa.

VIÑETA SOBRE LECTURA


Es importante no dejar de lado el sano ejercicio de la lectura

 


viernes, 21 de junio de 2024

"LA PASIÓN DE LOS POETAS. LA HISTORIA DE LOS POEMAS DE AMOR". Jorge Boccanera

"La pasión de los poetas" de Jorge Boccanera es una antología que explora las historias de amor detrás de algunos de los poemas más emblemáticos de la literatura hispanoamericana. El autor selecciona poemas de autores como Pablo Neruda, Delmira Agustini, César Vallejo, Rosario Castellanos, Ernesto Cardenal, Gonzalo Rojas, Gabriela Mistral y Vicente Huidobro, y profundiza en las musas, los amores y desamores que inspiraron estas obras maestras.

Boccanera nos lleva a un viaje a través de las pasiones más intensas de estos poetas, revelando los contextos biográficos y emocionales que dieron vida a sus versos. A través de un análisis detallado y una prosa amena, el autor nos invita a redescubrir estos poemas desde una nueva perspectiva, comprendiendo mejor la profundidad de los sentimientos que los motivaron.
"La pasión de los poetas" es una obra que celebra el poder del amor y la poesía, y que nos recuerda la fuerza transformadora de las palabras cuando se expresan con el corazón. Es un libro que gustará tanto a los amantes de la poesía como a aquellos que buscan conocer más sobre las vidas y las pasiones de algunos de los grandes poetas de Hispanoamérica.

Lo podéis leer y obtener (PDF) en el siguiente enlace: https://drive.google.com/.../1V.../view...

"MASA". Un poema del poeta peruano César Vallejo.

Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: "¡No mueras, te amo tanto!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Se le acercaron dos y repitiéronle:
"¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando: "¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: "¡Quédate hermano!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Entonces, todos los hombres de la tierra
le rodearon: les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar...

jueves, 20 de junio de 2024

"TERTULIAS LITERARIAS DIALÓGICAS EN PEÑASCAL-BOLUETA DURANTE EL CURSO 2023-2024"

Durante el presente curso hemos seguido haciendo distintas sesiones de Lectura Dialógica Compartida a través de diferentes Tertulias. Una vez al mes nos hemos juntado para dialogar sobre el tema escogido, teniendo como base distintos materiales y diferentes soportes que el alumnado había trabajado con anticipación. 
Estos materiales eran: Cuentos clásicos y de autor, Álbumes ilustrados, Poemas, Artículos periodísticos y de revistas, así como Viñetas.

Los temas que hemos tratado han sido los siguientes:

  • Cambio climático
  • Igualdad de género
  • Desigualdad.
  • Enamorarse
  • Escuela-Educación
  • In-Comunicación
  • Redes Sociales
  • Salud Mental
  • Tecnología-Inteligencia artificial
Si alguien desea recibir el material de uno o varios temas, no tieme más que solicitarlo en mi correo electrónico: mikelepa@gmail.com

En cuanto a la evaluación, en general, aunque ha habido diferencias de unas sesiones a otras, ha sido bastante positiva, así como el nivel de participación. Ahora nos toca descansar para iniciar el próximo curso con energías renovadas.

"LA VERDAD SOBRE SANCHO PANZA". Un cuento de Franz Kafka

Sancho Panza, que por lo demás nunca se jactó de ello, logró, con el correr de los años, mediante la composición de una cantidad de novelas de caballería y de bandoleros, en horas del atardecer y de la noche, apartar a tal punto de sí a su demonio, al que luego dio el nombre de don Quijote, que este se lanzó irrefrenablemente a las más locas aventuras, las cuales empero, por falta de un objeto predeterminado, y que precisamente hubiese debido ser Sancho Panza, no hicieron daño a nadie. Sancho Panza, hombre libre, siguió impasible, quizás en razón de un cierto sentido de la responsabilidad, a don Quijote en sus andanzas, alcanzando con ello un grande y útil esparcimiento hasta su fin.

FIN

SANCHO PANZA. “La puerta de la justicia es el estudio. Y sin embargo Kafka no se arriesga nunca a enlazar con dicho estudio los problemas que la tradición conecta con el estudio de la Torá. Sus ayudantes son los empleados que han perdido ya su sinagoga y sus estudiantes, escolares que, a su vez, han perdido la escritura. Ya nada los retiene en ese ‘viaje vacío y alegre’. Pero Kafka ha encontrado la ley de su viaje; al menos una vez, cuando logró igualar la enorme velocidad de dicho viaje al paso épico que buscó toda su vida. Kafka le confió esa ley a un texto [“La verdad sobre Sancho Panza”] que es el mejor de los suyos, no solo por ser interpretación.”

– Walter Benjamin (1892-1940), “Franz Kafka en el décimo aniversario de su muerte” (1934).

"LA HIJA DE MARX". Una novela erótica de Clara Obligado

La gran novela erótica e histórica, Premio Lumen, de la autora consagrada por la crítica, ganadora de varios galardones literarios y traducida a otros idiomas

Karl Marx dejó tras de sí un impresionante legado teórico y una descendencia extensa. Dejó tambien un vástago adicional, hijo de la criada de la casa, al que nunca quiso reconocer y que entregó a su compañero, Engels. A traves de otra hija bastarda de Marx, fruto de la aventura con una aristócrata rusa, Clara Obligado retrata toda una educación amorosa y sexual; no hay variante que no encuentre su preciso y sugerente relato; y conforma el fresco detallado de una epoca esplendida. ¿Y si la aristocracia rusa en el exilio, en lugar de hacer la revolución política, hubiera iniciado una revolución sexual? ¿Y si la Historia, en lugar de contarse en masculino, se hubiera contado en femenino?

La hija de Marx es un prodigio literario lleno de imaginación, documentación rigurosa (modelos de consoladores incluidos), erotismo e ironía; una crónica aguda y suntuosa de los destinos de aquellas mujeres que rodearon a los revolucionarios, utopistas y reformadores del cambio de siglo. Esta deslumbrante novela, que fue galardonada con el Premio Femenino Lumen, se lee hoy con renovada admiración y actualidad.

miércoles, 19 de junio de 2024

"HAY COSAS DEMASIADO PURAS...". Un poema de Pere Qart

Hay cosas demasiado puras
para ser dichas
o simplemente pensadas.
Pero los poetas,
incontinentes, verbosos,
osan inquietar las zonas inefables
con escogidas palabras
al fin y al cabo estúpidas.
Y aún pretenden
ser los trujamanes
de la musa inservible
o de algún dios,
sobrante como todos.
¿O exprimen de sí mismos
quizá celestes zumos?
Menos mal que escasean los espejos,
ya que los poetas, en efecto,
son harto ridículos
en su jactancia.
Más valdría callar,
que todos callásemos.
Y entonces aprestar las grandes orejas
y aprender algo
de los lamentos, los zumbidos,
del cántico de la vida;
de los entrañados latidos
y los admirables ─pese a todo─
silencios animales
del hombre,
casi imposible probatura.

martes, 18 de junio de 2024

"UN ARTISTA DEL HAMBRE". Un cuento de Franz Kafka

En los últimos decenios, el interés por los ayunadores ha disminuido muchísimo. Antes era un buen negocio organizar grandes exhibiciones de este género como espectáculo independiente, cosa que hoy, en cambio, es imposible del todo. Eran otros los tiempos. Entonces, toda la ciudad se ocupaba del ayunador; aumentaba su interés a cada día de ayuno; todos querían verlo siquiera una vez al día; en los últimos del ayuno no faltaba quien se estuviera días enteros sentado ante la pequeña jaula del ayunador; había, además, exhibiciones nocturnas, cuyo efecto era realzado por medio de antorchas; en los días buenos, se sacaba la jaula al aire libre, y era entonces cuando les mostraban el ayunador a los niños. Para los adultos aquello solía no ser más que una broma, en la que tomaban parte medio por moda; pero los niños, cogidos de las manos por prudencia, miraban asombrados y boquiabiertos a aquel hombre pálido, con camiseta oscura, de costillas salientes, que, desdeñando un asiento, permanecía tendido en la paja esparcida por el suelo, y saludaba, a veces, cortésmente o respondía con forzada sonrisa a las preguntas que se le dirigían o sacaba, quizá, un brazo por entre los hierros para hacer notar su delgadez, y volvía después a sumirse en su propio interior, sin preocuparse de nadie ni de nada, ni siquiera de la marcha del reloj, para él tan importante, única pieza de mobiliario que se veía en su jaula. Entonces se quedaba mirando al vacío, delante de sí, con ojos semicerrados, y sólo de cuando en cuando bebía en un diminuto vaso un sorbito de agua para humedecerse los labios. 

Aparte de los espectadores que sin cesar se renovaban, había allí vigilantes permanentes, designados por el público (los cuales, y no deja de ser curioso, solían ser carniceros); siempre debían estar tres al mismo tiempo, y tenían la misión de observar día y noche al ayunador para evitar que, por cualquier recóndito método, pudiera tomar alimento. Pero esto era sólo una formalidad introducida para tranquilidad de las masas, pues los iniciados sabían muy bien que el ayunador, durante el tiempo del ayuno, en ninguna circunstancia, ni aun a la fuerza, tomaría la más mínima porción de alimento; el honor de su profesión se lo prohibía.CONTINUAR LEYENDO

lunes, 17 de junio de 2024

"ENAMORADA". Un poema de Alejandra Pizarnik

Ante la lúgubre manía de vivir
esta recóndita humorada de vivir
te arrastra Alejandra no lo niegues.

hoy te miraste en el espejo
y te fuiste triste estabas sola
y la luz rugía el aire cantaba
pero tu amado no volvió

enviarás mensajes sonreirás
tremolarás tus manos así volverá
tu amado tan amado

oyes la demente sirena que lo robó
el barco con barbas de espuma
donde murieron las risas
recuerdas el último abrazo
oh nada de angustias
ríe en el pañuelo llora a carcajadas
pero cierra las puertas de tu rostro
para que no digan luego
que aquella mujer enamorada fuiste tú

te remuerden los días
te culpan las noches
te duele la vida tanto, tanto
desesperada ¿adónde vas?
desesperada ¡nada más!


domingo, 16 de junio de 2024

"UN APÓLOGO". Un cuanto de J. M. Machado de Assis | Brasil

La baronesa tenía a la modista siempre a su lado, para no verse obligada a buscarla cuando la necesitaba. Llegó la costurera, tomó la tela, tomó la aguja, tomó el hilo, introdujo el hilo de la aguja y empezó a coser. Una y otro iban yendo orondos, tela adentro, que era la mejor de las sedas, entre los dedos de la costurera, ágiles como los galgos de Diana —para darle a esto un color poético. Y decía la aguja:

—Y bien, señor hilo, ¿no se da cuenta que esta distinguida costurera sólo se interesa por mí? Soy yo la que va de aquí para allá en sus dedos, pegadita a ellos, perforando hacia abajo y hacia arriba… 

El hilo no respondía nada; iba andando. Cada orificio abierto por la aguja era llenado en seguida por él, silencioso y activo, como quien sabe lo que hace, y no está dispuesto a oír palabras insensatas. La aguja, viendo que no le respondía, también calló y prosiguió su camino. Y era todo silencio en la salita de costura; no se oía más que el plicplic- plicplic de la aguja en la tela. Cuando ya caía al sol, la costurera dobló la prenda hasta el otro día; prosiguió en esa su tarea y aun en el siguiente, hasta que el cuarto día terminó su obra y aguardó la velada del baile. 

Llegó esa noche, y la baronesa se preparó. La costurera, que la ayudó a vestirse, llevaba la aguja prendida a su pechera, por si hacía falta dar algún punto. Y mientras terminaba el vestido de la bella dama, tirando de un lado y de otro, recogiendo de aquí o de allá, alisando, abotonando, abrochando… el hilo, para mofarse de la aguja, le preguntó: 

 —Y bien, dígame ahora quién irá al baile en el cuerpo de la baronesa, haciendo parte del vestido y de la elegancia. ¿Quién va a bailar con ministros y diplomáticos, mientras usted vuelve al costurero antes de terminar en la cesta de mimbre de las mucamas? 

Parece que la aguja no dijo nada; pero un alfiler, de cabeza grande y no menor experiencia, le susurró a la pobre aguja: 

—Espero que hayas aprendido, tonta. Te cansas abriéndole camino a él y es él quien se va a gozar la vida, mientras tú terminas ahí, en el costurero. Haz como yo, que no le abro camino a nadie. Donde me clavan, ahí me quedo.

FIN

sábado, 15 de junio de 2024

"PRESENCIA". Un poema de José Emiliio Pacheco dedicaco a Rosario Castellanos

¿Qué va a quedar de mí cuando me muera
sino esta llave ilesa de agonía,
estas pocas palabras con que el día,
dejó cenizas de su sombra fiera?
¿Qué va a quedar de mí cuando me hiera
esa daga final? Acaso mía
será la noche fúnebre y vacía
que vuelva a ser de pronto primavera.
No quedará el trabajo, ni la pena
de creer y de amar. El tiempo abierto, semejante a los mares y al desierto,
ha de borrar de la confusa arena
todo lo que me salva o encadena.
Más si alguien vive yo estaré despierto.


"BUITRES". Un cuento de Franz Kafka

Erase un buitre que me picoteaba los pies. Ya había desgarrado los zapatos y las medias y ahora me picoteaba los pies. Siempre tiraba un picotazo, volaba en círculos inquietos alrededor y luego proseguía la obra.

Pasó un señor, nos miró un rato y me preguntó por qué toleraba yo al buitre.

-Estoy indefenso -le dije- vino y empezó a picotearme, yo lo quise espantar y hasta pensé torcerle el pescuezo, pero estos animales son muy fuertes y quería saltarme a la cara. Preferí sacrificar los pies: ahora están casi hechos pedazos.

-No se deje atormentar -dijo el señor-, un tiro y el buitre se acabó.

-¿Le parece? -pregunté- ¿quiere encargarse del asunto?

-Encantado -dijo el señor- ; no tengo más que ir a casa a buscar el fusil, ¿Puede usted esperar media hora más?

– No sé -le respondí, y por un instante me quedé rígido de dolor; después añadí -: por favor, pruebe de todos modos.

-Bueno- dijo el señor- , voy a apurarme.

El buitre había escuchado tranquilamente nuestro diálogo y había dejado errar la mirada entre el señor y yo. Ahora vi que había comprendido todo: voló un poco, retrocedió para lograr el ímpetu necesario y como un atleta que arroja la jabalina encajó el pico en mi boca, profundamente. Al caer de espaldas sentí como una liberación; que en mi sangre, que colmaba todas las profundidades y que inundaba todas las riberas, el buitre irreparablemente se ahogaba.

FIN

viernes, 14 de junio de 2024

"Y TÚ NO REGRESASTE". Un libro de Marceline Loridan-Ivens, Barcelona, Salamandra (2015)

Un libro breve y conmovedor.

Una carta abrierta al padre que no sobrevivió a la deportación a Auschwitz-Birkenau.

El dolor de la pérdida y en el terrible sentimiento de culpa que acompaña siempre a quienes consiguen salir con vida del infierno, pero dejan atrás a los que aman.

Hay libros imprescindibles que dejan una marca indeleble, que aun después de haberlos terminado permanecen vívidos en nuestro recuerdo. Este libro breve e intenso es uno de ellos. Marceline Loridan-Ivens, que ha tenido una larga y reconocida carrera como realizadora cinematográfica, fue deportada a Auschwitz-Birkenau en el mismo convoy que su padre el 13 de abril de 1943, cuando contaba apenas quince años.

«Tú podrás regresar, porque eres joven, pero yo ya no volveré», le dijo su padre a la joven Marceline cuando fueron deportados. Y ella nunca olvidó esas palabras. Después del horror, de vuelta en París, atenazada por la ausencia de aquel padre benevolente y protector, se quedó sin palabras para explicar lo que había vivido. Con el paso del tiempo, logró adaptarse y se labró una carrera fecunda como documentalista y realizadora cinematográfica junto con su marido, Joris Ivens. Ahora, a los ochenta y seis años de edad, ha plasmado su evocación del dolor en un documento impresionante, escrito a cuatro manos con Judith Perrignon, que ha cautivado a los lectores y a la opinión pública, y que demuestra que hay historias que no pueden dejar de ser contadas y que los libros como éste, lejos de haber perdido vigencia, han adquirido en el presente una gran relevancia.


jueves, 13 de junio de 2024

"REIVINDICACIÓN DE LA MUJER DESEANTE: CÓMO LAS ESCRITORAS ESTÁN CAMBIANDO LA MIRADA SOBRE EL SEXO". María Ovelar. El País 26 MAY 2024

Juarez Casanova
El bum de la literatura sobre el deseo da forma a una revolución en marcha

No solo estamos rediseñando nuestro pacto social entre mujeres y hombres en lo público y lo doméstico. Con la ficción, las autoras lo cuestionan, y espolean el cambio. Quizá una de las temáticas donde más se evidencia esta subversión del orden es en la literatura sobre el deseo. Debuts como Lo que hay, de Sara Torres, o La seducción, su esperada segunda novela (lanzada el 4 de abril); óperas primas como Tener la carne, de Carla Nyman, donde lo sexual roza lo escatológico; premios como el de Tusquets a Mira a esa chica (Cristina Pérez Araujo) sobre el consentimiento; el I Premio Lumen de novela a Leticia Martín por Vladimir, una Lolita al revés; Tres maneras de decir adiós, de Clara Obligado… Son decenas las autoras que reflexionan sobre el placer. En el sexo pesan siglos de roles y prejuicios, lógico que sea también en este terreno donde las mujeres luchen por redefinirse y desmontar el canon. El placer permite indagar en la identidad.

Novelas, relatos, poemas y ensayos contemporáneos invitan a repensar el gozo a través de la forma y el fondo: un ritmo que imita el orgasmo femenino, verbos y sujetos que convierten a la mujer en agente, neologismos líricos que se esfuerzan por capturar el goce femenino, una subversión de los roles… “En el momento en que es ella la que desea —y no solo la deseada— y la que escribe —y no solo la descrita—, es normal que las escenas de sexo se vean modificadas. La mujer solía estar a expensas de lo que quisiera el varón; su deseo había sido condenado. Transmitir deseo sexual explícito a una mujer era una ofensa; ahora, es halagador. No hemos cambiado solo nosotras, ha cambiado todo”, opina Marta Jiménez Serrano (1990, Madrid), cuyo último libro, No todo el mundo (Sexto Piso), ofrece un caleidoscopio en 14 relatos de voces que gozan y sufren en el amor.

La periodista Lisa Taddeo ya lo dejó claro en el libro de no ficción Tres mujeres (Principal de los Libros), donde consignaba los testimonios reales de tres estadounidenses en torno al deseo: que las mujeres conecten con su erótica, que se pregunten qué quieren en el sexo y lo materialicen es sinónimo de autoestima. Marina Esborraz demuestra en el ensayo El deseo en femenino (Letras del Sur), donde analiza el goce de las mujeres a través de personajes de ficción, que a los movimientos feministas han correspondido protagonistas con actitudes más liberadas en el sexo. CONTINUAR LEYENDO

"LOS PERROS Y LOS LOBOS". Irene Némirovsky

Teñida de marcados ecos autobiográficos, la novela se construye con retazos de la infancia y del exilio, la crisis de identidad, las historias de amor, todo sujeto a los azarosos caprichos del destino.

Publicada por primera vez en 1940 -año en que Irene Nemirovsky huyó de París en compañía de su marido y sus dos pequeñas hijas para refugiarse en un pueblo de la Borgoña-, esta es la última obra que la autora de la magistral Suite francesa publicó en vida, dos años antes de su deportación y asesinato en Auschwitz.

Ada y Harry Sinner, parientes lejanos, son dos jóvenes judíos procedentes de niveles sociales muy distintos a quienes un recuerdo infantil ha dejado una huella imborrable en sus vidas. Ada abandonó Ucrania poco antes de la revolución bolchevique, se ha casado con su primo Ben y lucha por abrirse camino como pintora. Harry, por su parte, ha contraído matrimonio con una joven francesa, hermosa, rica y católica, y se mueve en el mundo de las altas finanzas. Pero la fascinación que siente al contemplar dos cuadros de Ada en un escaparate lo llevan a recordar el mundo que ambos han dejado atrás.

Con su destreza habitual para el retrato psicológico, Nemirovsky delinea con claridad el torbellino de sentimientos de un clásico triángulo amoroso.

miércoles, 12 de junio de 2024

"EL REGISTRO". Un cuento del chileno Baldomero Lillo

La mañana es fría, nebulosa, una fina llovizna empapa los achaparrados matorrales de viejos boldos y litres raquíticos. La abuela, con la falda arremangada y los pies descalzos, camina a toda prisa por el angosto sendero, evitando en lo posible el roce de las ramas, de las cuales se escurren gruesos goterones que horadan el suelo blando y esponjoso del atajo. Aquella senda es un camino poco frecuentado y solitario que, desviándose de la negra carretera, conduce a una pequeña población distante legua y media del poderoso establecimiento carbonífero, cuyas construcciones aparecen de cuando en cuando por entre los claros del boscaje allá en la lejanía borrosa del horizonte.

A pesar del frío y de la lluvia, el rostro de la viejecilla está empapado en sudor y su respiración es entrecortada y jadeante. En la diestra, apoyado contra el pecho, lleva un paquete cuyo volumen trata de disimular entre los pliegues del raído pañolón de lana.

La abuela es de corta estatura, delgada, seca. Su rostro, lleno de arrugas con ojos oscuros y tristes, tiene una expresión humilde, resignada. Parece muy inquieta y recelosa, y a medida que los árboles disminuyen se hace más visible su temor y sobresalto.

Cuando desembocó en la linde del bosque, se detuvo un instante para mirar con atención el espacio descubierto que se extendía delante de ella como una inmensa sábana gris, bajo el cielo pizarroso, casi negro en la dirección del noreste.

La llanura arenosa y estéril estaba desierta. A la derecha, interrumpiendo su monótona uniformidad, se alzaban los blancos muros de los galpones coronados por las lisas techumbres de zinc relucientes por la lluvia. Y más allá, tocando casi las pesadas nubes, surgía de la enorme chimenea de la mina el negro penacho de humo, retorcido, desmenuzado por las rachas furibundas del septentrión. La anciana, siempre medrosa e inquieta, después de un instante de observación pasó su delgado cuerpo por entre los alambres de la cerca que limitaba por ese lado los terrenos del establecimiento, y se encaminó en línea recta hacia las habitaciones. De vez en cuando se inclinaba y recogía la húmeda chamiza, astillas, ramas, raíces secas desparramadas en la arena, con las que formó un pequeño hacecillo que, atado con un cordel, se colocó en la cabeza.

Con este trofeo hizo su entrada en los corredores, pero las miradas irónicas, las sonrisas y las palabras de doble sentido que le dirigían al pasar, le hicieron ver que el ardid era demasiado conocido y no engañaba a los ojos perspicaces de las vecinas.

Pero, segura de la reserva de aquellas buenas gentes, no dio importancia a sus bromas y no se detuvo sino cuando se encontró delante de la puerta de su vivienda. Metió la llave en la cerradura, hizo girar los goznes y una vez adentro corrió el cerrojo.

Después de tirar en un rincón el haz de leña y de colocar encima de la cama cuidadosamente el paquete, se despojó del rebozo y lo suspendió de un cordel que atravesaba la estancia a la altura de su cabeza.

En seguida encendió el montoncillo de virutas y de carbón que estaba listo en la chimenea y sentándose al frente en un pequeño banco, esperó. Una llama brillante se levantó del fogón e iluminó el cuarto en cuyos blancos muros desnudos y fríos se dibujó la sombra angulosa y fantástica de la abuela. Cuando el calor fue suficiente, puso sobre los hierros la tetera con agua para el mate y yendo hacia la cama desenvolvió el paquete y colocó su contenido, una libra de hierba y otra de azúcar, en un extremo del banco donde ya estaba el pocillo de loza desportillado y la bombilla de lata. CONTINUAR LEYENDO

martes, 11 de junio de 2024

Ochenta poemas de la Generación del 27 para leer desde los seis años o antes.


Antología, dirigida al alumnado de Primaria recoge una selección de textos escritos por mujeres que quedaron a la sombra de los representantes masculinos de esta Generación, como Concha Méndez, Josefina de la Torre, Carmen Conde, María Zambrano, Mª Teresa León, Ernestina de Champourcín o Rosa Chacel.

Además, la selección también incluye poemas de otros miembros del Grupo. Los textos recogidos se caracterizan por ser de fácil lectura para el alumnado al que va dirigida la antología. Dividida en cuatro campos temáticos, se complementa con actividades didácticas de diversa índole en las que el juego cumple una función primordial.

domingo, 9 de junio de 2024

"SESIONES DE BIBLIOTECA HUMANA EN LA PRISIÓN DE ZABALLA (ÁLAVA/ARABA) ORGANIZADAS POR LOS MIEMBROS DE LA TERTULIA LITERARIA DIALÓGICA DE LA PRISIÓN


Los próximos martes, 18 y 25 de junio, se van a llevar a cabo dos sesiones de "Biblioteca Humana" en la Prisión de Zaballa organizadas por los miembros de la Tertulia Literaria Dialógica de dicha prisión. 

Creemos, y no es por ser adanistas, que es la primera vez que se lleva a cabo una "Bilioteca Humana" en un entorno penitenciario, y lo que es más importante, organizada y gestionada por internos de la Institución que, en este caso, son miembros de la Tertulia Literaria. Es cierto que hemos contado con el visto bueno de la Dirección y con el apoyo de la Subdirectora de Tratamiento, pero la tarea principal la han llevado a cabo los internos.

Organizar una actividad en un medio penitenciario no es sencillo, y más cuando no es una propuesta de fuera adentro, es decir, cuando la oferta viene del exterior de la prisión y es ofrecida a las personas del interior. Así, cuando la propuesta nace y es gestionada por los propios internos, cuando los recursos son también otros internos y a su vez los destinararios también son presos, la realización de la actividad se complica significativamente.

La idea surgió en febrero en una de las Tertulias Literarias que todos los martes llevamos a cabo en Zaballa. Gustó y se decidió llevarla adelante. En estos cuatro meses los miembros de la Tertulia han llevado a cabo todas las tareas que requerían la actividad: permisos, expliación de la actividad en distintos Módulos, captación de libros humanos, formación de las personas-libro para la sesión y captación de lectores.

No hemos de ocultar que estamos tan ilusionado como expectantes para vivir esta "Biblioteca Humana". El próximo miércoles haremos un pequeño ensayo general y al martes siguiente saldremos al escenario.

Aquí arriba tenéis el cartel que se ha colocado en distintos Módulos para que se apunten los internos (lectores) que quieran participar. Más abajo os dejamos una breve explicación de los que es una Biblioteca Humana.

Más adelante daremos noticia de cómo han ido las sesiones y daremos a conocer una Memoria de la actividad que se está elaborando por las personas más implicadas en esta actividad. Ahora, tal como se suele decir en el mundo de la farándula, sólo nos queda desear: ¡¡¡MUCHA MIERDA!!!

BREVE EXPLICACIÓN DE LO QUE ES Y DE LO QUE PRETENDE UNA BIBLIOTECA HUMANA

Qué es, qué pretende:

“Biblioteca humana” o “Biblioteca viviente” es un concepto relativamente nuevo que da nombre a una práctica orientada a:
  • Fomentar el conocimiento y la comprensión mutua
  • Promover el diálogo y la interacción
  • Reducir prejuicios
Como sugiere el propio nombre, en la biblioteca humana los libros son personas que tienen algo significativo que contar y están dispuestas a hacerlo. Contar verbalmente a otra/s personas, y preferentemente con disposición a dialogar, compartir, interactuar. Para ser funcional, el libro tiene que presentarse, por ejemplo, con un cartel o carátula de libro físico, donde figure el título, autor (o seudónimo) y una sinopsis. Tendrán a su disposición el acompañamiento tutor y toda la ayuda necesaria para sentirse en disposición de ofrecerse a lectores.

Los lectores son también personas deseosas de escuchar (“leer”) alguno de esos libros. Deben asumir el compromiso de respeto absoluto al tipo de interacción que los libros estén dispuestos a admitir.

Los temas pueden ser tan variados como los intereses humanos, aunque adquieren especial relevancia los que se centran en experiencias de vida significativas y diversas: migración, catástrofes vividas, diversidad de género, violencia-s, lengua-s y comunicación…

"LA COLONIA PENITENCIARIA". Un cuento genial del no menos genial Franz Kafka

-Es un aparato singular -dijo el oficial al explorador, y contempló con cierta admiración el aparato, que le era tan conocido. El explorador parecía haber aceptado sólo por cortesía la invitación del comandante para presenciar la ejecución de un soldado condenado por desobediencia e insulto hacia sus superiores. En la colonia penitenciaria no era tampoco muy grande el interés suscitado por esta ejecución. Por lo menos en ese pequeño valle, profundo y arenoso, rodeado totalmente por riscos desnudos, sólo se encontraban, además del oficial y el explorador, el condenado, un hombre de boca grande y aspecto estúpido, de cabello y rostro descuidados, y un soldado que sostenía la pesada cadena donde convergían las cadenitas que retenían al condenado por los tobillos y las muñecas, así como por el cuello, y que estaban unidas entre sí mediante cadenas secundarias. De todos modos, el condenado tenía un aspecto tan caninamente sumiso, que al parecer hubieran podido permitirle correr en libertad por los riscos circundantes, para llamarlo con un simple silbido cuando llegara el momento de la ejecución.

El explorador no se interesaba mucho por el aparato y se paseaba detrás del condenado con visible indiferencia, mientras el oficial daba fin a los últimos preparativos, arrastrándose de pronto bajo el aparato, profundamente hundido en la tierra, o trepando de pronto por una escalera para examinar las partes superiores. Fácilmente hubiera podido ocuparse de estas labores un mecánico, pero el oficial las desempeñaba con gran celo, tal vez porque admiraba el aparato, o tal vez porque por diversos motivos no se podía confiar ese trabajo a otra persona.

-¡Ya está todo listo! -exclamó finalmente, y descendió de la escalera. Parecía extraordinariamente fatigado, respiraba con la boca muy abierta, y se había metido dos finos pañuelos de mujer bajo el cuello del uniforme.

-Estos uniformes son demasiado pesados para el trópico -comentó el explorador, en vez de hacer alguna pregunta sobre el aparato, como hubiera deseado el oficial.

-En efecto -dijo este, y se lavó las manos sucias de aceite y de grasa en un balde que allí había-; pero para nosotros son símbolos de la patria; no queremos olvidarnos de nuestra patria. Y ahora fíjese en este aparato -prosiguió inmediatamente, secándose las manos con una toalla y mostrando aquél al mismo tiempo. Hasta ahora intervine yo, pero de aquí en adelante el aparato funciona absolutamente solo.

El explorador asintió y siguió al oficial. Éste quería cubrir todas las contingencias, y por eso dijo:

-Naturalmente, a veces hay inconvenientes; espero que no los haya hoy, pero siempre se debe contar con esa posibilidad. El aparato debería funcionar ininterrumpidamente durante doce horas. Pero cuando hay entorpecimientos, son sin embargo desdeñables, y se los soluciona rápidamente. ¿No quiere sentarse? -preguntó luego, sacando una silla de mimbre entre un montón de sillas semejantes, y ofreciéndosela al explorador; éste no podía rechazarla. Se sentó entonces; al borde de un hoyo estaba la tierra removida, dispuesta en forma de parapeto; del otro lado estaba el aparato. CONTINUAR LEYENDO

sábado, 8 de junio de 2024

"LETANÍA DE MIS DEFECTOS". Un poema de Pita Amor recitado por Amaro Garrido


Soy vanidosa, déspota, blasfema;
soberbia, altiva, ingrata, desdeñosa;
pero conservo aún la tez de rosa.
La lumbre del infierno a mi me quema.

Es de cristal cortado mi sistema.
Soy ególatra, fría, tumultuosa.
Me quiebro como frágil mariposa.
Yo misma he construido mi anatema.

Soy perversa, malvada, vengativa.
Es prestada mi sangre y fugitiva.
Mis pensamientos son muy taciturnos.

Mis sueños de pecado son nocturnos.
Soy histérica, loca, desquiciada;
pero a la eternidad ya sentenciada.
Soy perversa, malvada, vengativa.

Es prestada mi sangre y fugitiva
Mis pensamientos son muy taciturnos
Mis sueños de pecado son nocturnos
Soy histérica, loca, desquiciada
¡Pero a la eternidad ya sentenciada!

"PUTAS LLORANDO". Un cuento de Eduardo Halfon

Yo estaba enamorado de Nastassja Kinski. Un amigo la tenía desplegada sobre su cama, semidesnuda y abrazando horizontalmente a una enorme pitón. Recuerdo pensar que había algo de inútil en su pose, algo de ambiguo entre morir en las fauces de la serpiente y al mismo tiempo ser penetrada en un tenebroso e inefable acto sexual. Nastassja Kinski. Yo estaba enamorado hasta de su nombre y, sentado en la orilla de la cama de mi amigo mientras la miraba hacia arriba en todo su erótico esplendor, lo solía pronunciar con mi mejor y más claro acento alemán, despacio, quedito, alargando las sílabas hasta que perdiesen todo significado, como un derviche canta sus plegarias, supongo. Casi toda mi adolescencia estuve perdidamente enamorado de Nastassja Kinski hasta que conocí a Dulcinea y aprendí que el amor no existe.

El prostíbulo se llamaba (quizás se llama, no estoy seguro si aún existe pero me gustaría creer que ya no) El Puente, o por lo menos así le decían, ya que estaba ubicado justo debajo de un puente cerca del Estadio Mateo Flores.

Habíamos ahorrado con Mejía suficiente plata durante casi un mes. No recuerdo mucho de él ni cómo terminamos yendo juntos, quizás fue porque todos los demás ya habían ido o porque vivíamos en el mismo vecindario o simplemente porque así sucedió, vaya uno a saber. Éramos amigos, pero no íntimos. Tres cosas recuerdo muy bien de Mejía. Uno: fue el primero entre todos nosotros en tener que rasurarse el bigote. Dos: tenía un tucán de mascota. Y tres: no discutía, jamás, como si de alguna manera aceptase que nadie, incluyéndolo a él, sabía nada de nada. Algunos le decían Mortadela pero nunca entendí por qué. La cuestión es que decidimos ir juntos y en un tecolote de arcilla echábamos todas las monedas de cinco y diez y veinticinco centavos que nos sobraban del recreo de media mañana, para poder llegar cada uno a la mágica cifra de diez quetzales (un dólar y medio en esos días) que nos había dicho el hermano mayor de Mejía que costaba una vuelta. Esa palabra usó, vuelta, como si se tratara de un carrusel o de una montaña rusa.

―Cinco pesos si quieren sólo una mamada, muchachos, quince pesos si quieren dos vueltas ―nos dijo sentados los tres hasta atrás del bus del colegio y juro que con sólo imaginármelo tuve que poner mis cuadernos sobre el regazo para esconder mi tremenda erección, o bueno, tan tremenda como puede ser a esa edad. Más tarde me explicó Mejía qué era eso de una o dos vueltas.

Al final, rompimos la alcancía y tuve que venderle a no sé qué compañero un par de postales de los futbolistas de la Naranja Mecánica para completar el dinero, con todo y el quetzal de viáticos que necesitaríamos entre los dos.

Era un martes. Decidimos con Mejía que yendo un martes habría menos clientela, pero no recuerdo por qué. Así razonan los niños. Después del colegio tomamos un par de camionetas, él sabía cuáles, hasta que la última nos dejó enfrente del estadio nacional que lleva el nombre (latinizado, por supuesto, ya que las autoridades de la época consideraron que un nombre indígena no sería muy apropiado para un héroe nacional) del único guatemalteco que ha ganado la Maratón de Boston, y quien ahora, a pesar de tener su propio estadio, trabaja de caddie en una cancha de golf. Recuerdo que, al bajarnos, el conductor nos siseó «burgueses de mierda» o algo por el estilo. Mejía iba enfrente de mí y se detuvo en el último escalón, sin darse vuelta, por supuesto, hasta que yo lo empujé y entonces dio un brinco hacia afuera y comenzó a lanzarle insultos al tipo, pero el ruido de la camioneta era ya escandaloso. Caminamos un par de cuadras medio perdidos, buscando ingenuamente algún rótulo o letrero de bienvenida. Nos tuvimos que detener ante una tienda de esquina para pedirle direcciones a un viejito que al hablar fruncía el ceño y cerraba los ojos, como si tuviese un dolor de cabeza. Mejía entró. Yo esperé afuera, pensando en todo tipo de cosas y viendo cómo el viejo detrás del mostrador le sonreía con travesura a mi amigo, o al menos eso percibí yo. CONTINUAR LEYENDO


viernes, 7 de junio de 2024

"UN LUGAR DONDE VIVIR". Gustavo Martín Garzo (El País 11 JUN 2012)

El tiempo de la lectura es el tiempo intenso de la ‘kairós’ griega, con sus momentos irrepetibles y sus epifanías.

“¿En qué libro te gustaría vivir?”, tal es la pregunta que, a través de Winston Manrique, este periódico ha hecho a un grupo de escritores durante la Feria de Libro de Madrid. Es una pregunta compleja, pues suele ocurrir que los libros que más nos gustan no sean demasiado aconsejables para vivir en ellos. Los dolorosos cuentos de Katherine Mansfield, las inquietantes parábolas de Franz Kafka, las oscuras historias de William Faulkner, son algunos de los textos indiscutibles de la literatura reciente y sin embargo ¿por qué habríamos de elegirlos para vivir en sus páginas si en ellos sólo hay tristeza, angustia y dolor? Augusto Monterroso recogió en su Antología del cuento triste una selección de los cuentos más tristes de la literatura occidental del pasado siglo. Y para justificarse escribió en su prólogo: “Si es verdad que un buen cuento se concentra toda la vida y si la vida es triste, un buen cuento será siempre un cuento triste”.

No hay un personaje femenino más cautivador que Fortunata, pero ¿querríamos enamorarnos como ella de un patán como Juan de Santa Cruz? Es imposible no adorar a Colometa, la protagonista de La plaza del diamante, pero su testimonio habla de un tiempo tan lleno de injusticias que nadie en sus cabales querría vivir en él para estar a su lado. En El esclavo, la novela de Singer, se nos cuenta una de las más bellas historias de amor que se han escrito nunca, sin embargo sus protagonistas, Wanda y Jacob, no hacen sino sufrir en un entorno dominado por la violencia social, las supersticiones y la rígidas reglas religiosas, y aunque envidiamos su pasión inagotable nos espanta la magnitud de su pena. La obra de Carson McCuller nos dice que no hay salvación en el amor; y es mejor no enamorarse de las leves y encantadoras muchachas de Scott Fitzgerald porque suelen terminar como esas mariposas que se queman las alas en los farolillos de las fiestas del verano. Y qué decir de Billy Bud, el marinero protagonista de la novela de Herman Melville, o de Catherine y Heathcliff, los amantes de Cumbres borrascosas. ¿De verdad querríamos parecernos a ellos? Nos gustan las historias tristes, porque nos permiten conjurar nuestros propios temores y realizar a través suyo lo que tal vez en nuestra propia vida no nos atrevimos a hacer, pero algo muy distinto es querer que nos pasen a nosotros.

Charles Dickens escribió un cuento en que un fantasma elegía invariablemente para volver al mundo los lugares en los que fue desgraciado. Sus apariciones solían ser terroríficas, pues estaba cargado de antiguo odio, hasta que alguien sensato se lo recriminó. Su argumento no pudo ser ni más delicado ni más concluyente. “Puesto que puedes regresar de la muerte, ¿por que no lo haces a los lugares y a los instantes en que fuiste feliz, en vez de hacerlo a aquellos en que fuiste maltratado?”

¿Por eso nos gustan los libros tristes: porque nos permiten volver a los lugares en que fuimos desgraciados? La desdicha es mucho más literaria que la felicidad. Basta recordar el famoso dictamen de Tolstoi, en el arranque de Anna Karénina: “Todas las familias felices se parecen, pero las infelices lo son cada una a su manera”. No es cierto sin embargo que los libros hablen solo de esa desgracia que es vivir. Por ejemplo, Las Mil y una noches o las gozosas comedias de Shakespeare o de Lope de Vega no lo hacen. Es la ventaja de las comedias, donde nada es irreparable y hasta las mayores desgracias contienen el germen de nuevos e imprevistos comienzos. CONTINUAR LEYENDO

"HUMOR LITERARIO"

 

"LUZ Y SILENCIO". Un poema de José Emilio Pacheco

 

Todo lo que has perdido, me dijeron, es tuyo.
Y ninguna memoria recordaba que es cierto.

Todo lo que destruyes, afirmaron, te hiere.
Traza una cicatriz que no lava el olvido.

Todo lo que has amado, sentenciaron, ha muerto.
No quedó ni la sombra, se acabó para siempre.

Todo lo que creíste, repitieron, es falso.
Se hundieron las palabras con que empezó tu tiempo.

Todo lo que has perdido, concluyeron, es tuyo.
Y una luz fugitiva anegará el silencio.