La semana pasada tuvimos la última Tertulia Literaria del trimestre en la Prisión Araba. Era el momento de felicitarnos la Navidad -que no es un tiempo venturoso para las personas privadas de libertad- y desearnos todos los parabienes típicos de estas fechas. Ya íbamos a empezar, cuando van y me dicen que tienen un regalo para mí. Y allá que aparece un envoltorio con una cinta que lo acota y una flor que lo adorna y en cuyo corazón aparece manuscrita una preciosa frase: "Zorionak eta urte berri on" (Felicidades y feliz año nuevo). Todo artesanal, todo hecho a mano, que en la cárcel no hay grandes superficies, ni tiendas chinas.
Al verlo me quedo totalmente conmocionado. Hay quien comenta: "Si se ha emocionado". ¡Claro! "Que lo abra, que lo abra", canta un coro. Observo en sus caras cierta picardía que se manifiesta en unas sonrisas mal disimuladas. "¿Qué habrá adentro?", me pregunto. Sin más dilación me pongo a la tarea de descubrir el tesoro que se esconde tras los envoltorios. Salvo el lazo, que guardo para la posteridad, y ya sin cuidado, rasgo papeles y cintas. Poco a poco, como si fuera un acto creativo, va tomando forma entre mis manos un voluminoso libro cuyo título reza de esta guisa: "IGNACIO DE LOYOLA, MAGISTER ARTIUM EN PARIS 1528-1535", escrito por Julio Caro Baroja y Antonio Beristain. En ese momento estallan las risas y se descubre que aquello forma parte de una pequeña broma que me hacen dado el fervor con el que suelo hablar de la Orden Ignaciana. Pero yo sigo emocionado. Sigo viendo un regalo de unas personas muy queridas para mi -de las que están ahora y de las que han estado- y de las que tanto he aprendido durante los últimos quince años. Continuo palpando que detrás de esa broma hay cariño, mucho cariño; que no es nada fácil pertrechar un regalo desde la cárcel. Y ya, cuando vuelvo la página y veo la dedicatoria general y las firmas que la acompañan, tengo que hacer un esfuerzo para permanecer anclado a este mundo, ya que siento una infinita levedad, totalmente soportable, que me lleva a volar de felicidad. Así reza esa dedicatoria: "A nuestro Papa Negro de las Tertulias literarias". Y luego vienen las particulares: "Inolvidable"; "Maitasuna, fedea ta esperantza"; "Con todo el cariño merecido"; "Con mucho cariño y to el calor de mi tierra"; "Desde el contenedor de residuos con todo el cariño". Me quedo sin palabras: sobran. GRACIAS, ESKERRIK ASKO, de corazón, bihotzez.
Al verlo me quedo totalmente conmocionado. Hay quien comenta: "Si se ha emocionado". ¡Claro! "Que lo abra, que lo abra", canta un coro. Observo en sus caras cierta picardía que se manifiesta en unas sonrisas mal disimuladas. "¿Qué habrá adentro?", me pregunto. Sin más dilación me pongo a la tarea de descubrir el tesoro que se esconde tras los envoltorios. Salvo el lazo, que guardo para la posteridad, y ya sin cuidado, rasgo papeles y cintas. Poco a poco, como si fuera un acto creativo, va tomando forma entre mis manos un voluminoso libro cuyo título reza de esta guisa: "IGNACIO DE LOYOLA, MAGISTER ARTIUM EN PARIS 1528-1535", escrito por Julio Caro Baroja y Antonio Beristain. En ese momento estallan las risas y se descubre que aquello forma parte de una pequeña broma que me hacen dado el fervor con el que suelo hablar de la Orden Ignaciana. Pero yo sigo emocionado. Sigo viendo un regalo de unas personas muy queridas para mi -de las que están ahora y de las que han estado- y de las que tanto he aprendido durante los últimos quince años. Continuo palpando que detrás de esa broma hay cariño, mucho cariño; que no es nada fácil pertrechar un regalo desde la cárcel. Y ya, cuando vuelvo la página y veo la dedicatoria general y las firmas que la acompañan, tengo que hacer un esfuerzo para permanecer anclado a este mundo, ya que siento una infinita levedad, totalmente soportable, que me lleva a volar de felicidad. Así reza esa dedicatoria: "A nuestro Papa Negro de las Tertulias literarias". Y luego vienen las particulares: "Inolvidable"; "Maitasuna, fedea ta esperantza"; "Con todo el cariño merecido"; "Con mucho cariño y to el calor de mi tierra"; "Desde el contenedor de residuos con todo el cariño". Me quedo sin palabras: sobran. GRACIAS, ESKERRIK ASKO, de corazón, bihotzez.
Eso sí, la tarea es la tarea. Así que nos ponemos a realizar la tertulia. Este curso hemos leído "La casa de Bernarda Alba", de García Lorca y ahora estamos metidos en harina con "La peste" de Camus. La tertulia es tan rica como siempre. Las opiniones variadas y dispares. Desde quienes vemos una alegoría en el texto a quienes, por razón de su experiencia marinera y otras hierbas, critican la inverosimilitud de algunos pasajes: léase lo de la cuarentena de los barcos en el puerto de Orán a causa de la epidemia. Y es que en esta tertulia hay mucho nivel. Lo que sí llega al fondo existencial es la situación que nos plantea Camus sobre la vivencia que las gentes de Orán hacen de la peste. El autor la caracteriza de exilio y prisión. Dos cuestiones de las que las personas privadas de libertad nos pueden hablar -y hablan- largamente. Como veis, es todo un privilegio el poder compartir palabras con estas personas.