Manrilyn Monroe leyendo 'Ulysses' de James Joyce, en un parque de Long Island en 1955.Eve Arnold Magnum |
En la era de los 140 caracteres y las series de televisión, las narraciones literarias mantienen, sin embargo, su prestigio. Su utilidad escapa al entretenimiento
[...] la lectura de ficciones sirve, además, ya desde la infancia, como herramienta para fortalecer el pensamiento abstracto, para comprender la percepción del paso del tiempo y estimular la imaginación, para entender el curso narrativo de todas las cosas, para aprender a diferenciar entre lo ficticio y lo verídico y lo posible e imposible (sin tener que renunciar a nada), para que se cuestionen o se potencien nuestras ideas y creencias, para la comprensión de conceptos como destino y éxito y fracaso y, finalmente, para evadirnos de la prisión de nuestros días en busca de mil y una noches y paisajes y experiencias, que difícilmente podríamos explorar o vivir desde nuestros dormitorios y oficinas. Lo dice Jojen en uno de los grandes éxitos editoriales de los últimos tiempos, la saga Juego de tronos, de George R. R. Martin: "Un lector vive cientos de vidas antes de morir. El hombre que no lee vive solo una". Y, sí, no es posible vivir una vida que no puede imaginarse.
[...] La literatura es un catálogo de posibles existencias que nos ayudarán a formar y conformar la nuestra
Fuente: El País
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