viernes, 19 de febrero de 2016

Afectividad, base de la comprensión lectora. Una interesantísima conferencia de Claudio Aravena G. y Carolina Ojeda M.

Este artículo me ha parecido terriblemente interesante para todas aquellas personas que andamos a vueltas con la lectura. Como muestra, aquí os dejo una parte que me ha hecho reflexionar acerca de lo que estoy haciendo en las Tertulias Literarias (los realces y subrayados son míos).

[...] Les decía antes que la formación de este vínculo afectivo entre docente y estudiante, va a desencadenar el desarrollo en el ámbito social, emocional e intelectual. Estos tres ámbitos están íntimamente relacionados entre sí, aún cuando podemos encontrar sus particularidades propias. Social porque desde el momento en que creamos nuevas instancias para compartir una lectura, la actividad colectiva se convertirá en una oportunidad que le damos al niño para escuchar al otro, para ser escuchado, para conocer a sus compañeros, para darse cuenta de que a los otros les pasan cosas muy similares. El espacio de respeto que se promueva va a generar personas capaces de dar su opinión y de respetar las de otros, por muy distintas que sean a las propias. Para afirmarse socialmente, el niño y el joven necesita conversar, expresarse libremente, sin censuras.

El desarrollo emocional que propiciaremos con la creación de un vínculo afectivo dice relación con la posibilidad que tenemos de mostrar al niño que hay otras personas en las que puede confiar, que lo escucharán, que tomarán atención a su reacción frente a algo específico. Así, la seguridad que el niño sienta le permitirá expresar sus sentimientos de una manera sana, evitando que éstos salgan de forma violenta y explosiva. Si realizamos la lectura de un cuento, este desarrollo emocional encontrará sustento en la posibilidad que otorga la literatura de vernos y sentirnos reflejados. Muchos autores ya lo han dicho: la literatura es el espejo de la vida, porque nos muestra realidades, mundos, vivencias, contextos, espacios internos que todos compartimos en cierto momento de nuestras vidas. Es ahí donde el niño podrá crecer emocionalmente, porque ese libro tiene escrito algo que él ha vivido, pensado o soñado. Y en las palabras podrá encontrar respuestas, opciones que podrá tomar o dejar para solucionar su propio conflicto interno.

El desarrollo intelectual derivado de la vinculación afectiva también se relaciona con la seguridad que pueda sentir el niño en este ámbito. Debemos hacerle saber que puede equivocarse, que nada malo va a pasar si da una respuesta no del todo correcta. Asimismo, esta confianza en su docente y en el ambiente que lo rodea va a favorecer su concentración y su deseo de aprender. En términos más concretos, si les leemos historias a nuestros niños, estaremos colaborando de un modo fundamental en la formación de su lenguaje. Que conozca nuevas palabras, nuevas formas de expresarse, derivará en el movimiento constante de su intelecto, en cuestionamientos y en el desarrollo de la creatividad y de la escritura, por nombrar sólo algunas consecuencias.

Fuente: Fundación La Fuente

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