[...] Rara es la revista especializada que no incluye en cada uno de sus números algún artículo que describe apasionadamente las virtudes de determinada estrategia de animación lúdico/cósmico/literario/festiva. Y nuestra intención no es criticar el trabajo de nadie sino tratar de aderezar tanta música celestial con un poco de “fundamento” conceptual y pedagógico.
Y es que –volvemos a argumentar una vez más– si después de veinte años tejiendo hermosísimos y coloristas tapices para animar a nuestros niños y jóvenes a leer los resultados no son precisamente alentadores, la más sincera y modesta autocrítica nos tiene que conducir a reconocer que nuestra didáctica de la lectura no es todo lo eficaz que debiera. Y ante esta constatación debemos ser rigurosos en nuestro análisis buscando los puntos fuertes y débiles de nuestra metodología. Ni hemos de desechar todo lo que estamos haciendo (¡hay cosas excelentes, sobre todo a nivel de actitudes y deseos!) ni podemos seguir mirándonos al ombligo echando balones fuera y culpabilizando a la T.V., los videojuegos y las nuevas tecnologías de nuestro fracaso.
¿Por qué no cuaja la Animación Lectora? Las causas son complejas y no pretendemos tener todas las respuestas, pero trataremos de realizar un planteamiento crítico pero positivizante. Tal vez la conclusión más global sería ésta: no podemos entender la lectura como una simple técnica instrumental ni como una operación mental uniforme y unidireccional. Bajo el término “lectura” se agrupan una infinita y heterogénea serie de procesos metacognitivos, intelectuales, afectivos, lúdicos y sociales por lo cual su didáctica debe ser afrontada desde ángulos muy diversos, con el empleo de recursos estimulantes y variados y con el concurso de profesionales de diferentes campos del conocimiento.
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