Como narrador oral tradicional siempre he sido remiso a mezclar la oralidad con la escritura. Soy consciente de que mucha narración escrita está inspirada en la oralidad y que en la actualidad si se ha conservado la narración oral es gracias a los recopiladores y folcloristas que pasaron a escrito todos los cuentos que eran orales. Pero consideraba que en nombre de esa relación se estaban cometiendo algunos excesos:
- Edición de libros ilustrados basados en la oralidad donde los adaptadores se asignan el papel de autores restando de esta manera el necesario anonimato que la narración oral tiene a lo largo de los siglos.
- Edición de libros donde se pervierten los relatos orales dejando un texto cuyo simbolismo es incomprensible o se transforman en algo educativo y didáctico, absolutamente aburrido y alejado de lo que el cuento pretende contar.
- La utilización de la narración oral para trasmitir cualquier tipo de valor o contenido curricular.
- La preferencia de programación de narradores orales que tengan libros editados, con independencia de su calidad como narradores, en detrimento de otros profesionales que no tienen libros editados.
- La falta de conocimientos escénicos y su claro menosprecio por parte de aquellos narradores centrados en el libro o la literatura infantil no tradicional, que ha generado una mala opinión de la narración oral en general, entre los programadores de centros culturales, salas teatrales y otros lugares donde se desarrollan artes escénicas.
- La excesiva vinculación de narración oral y bibliotecas.
- La costumbre de programar sesiones de narración oral bajo el epígrafe de “animación a la lectura”. Bajo ese epígrafe las bibliotecas y los poderes públicos metían un conjunto de actividades puntuales que se alejaban de la necesaria continuidad que una verdadera animación a la lectura debe tener.
Últimamente, aunque sigo manteniendo la mayoría de las preocupaciones citadas en el apartado anterior y que creo están haciendo mucho daño a la narración oral tradicional, estoy llegando a la conclusión de que existe otro nexo de unión entre narración de cuentos tradicionales y lectura, y no se trata de animación o de promoción, sino de dotar de recursos de recepción a la comprensión lectora. CONTINUAR LEYENDO
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